Otra vez, López Obrador está furioso. La candidatura presidencial que construye la oposición ha cimbrado al inquilino principal del Palacio Nacional. Andrés Manuel, en ocasiones tan soberbio, es un personaje político inseguro. Los agobios por las derrotas sufridas a lo largo de su trayectoria, a las que ha debido sobreponerse, lo asaltan con frecuencia. Ahora viene el momento culminante de su carrera: mantener el poder para su Cuarta Transformación. Si no lo consigue, pasará a la historia como uno más de los personajes peculiares, que han gobernado México. Nunca sería colocado junto a Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas en sus libros de texto.
Él siente que la irrupción de Xóchitl Gálvez, en el escenario político nacional, le ha destruido la narrativa en la que ha basado su gobierno y sus aspiraciones, la de ricos contra pobres. López Obrador, un clasemediero que duró 14 años estudiando su carrera en la UNAM, se enfoca en criticar a una señora que nació en la pobreza y que, gracias a su esfuerzo, a las escuelas públicas, a las becas y a las oportunidades de movilidad social existentes en el país, ha logrado destacar y retarlo.
Frente a ella, los personajes de sus corcholatas son fifís. Son un grupito de políticos acaudalados o semi acaudalados, que construyeron patrimonios a través del servicio público. De los cuatro aspirantes de la 4T, tres son expriistas al igual que el presidente: Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto López; la doctora Claudia Sheinbaum es experredista de carrera. Las cosas se ponen interesantes. Rayos y centellas caerán sobre Gálvez en las próximas semanas. El presidente está furioso, sus chalanes deberán complacerlo. La realidad puede alcanzarlo, eso lo pone más nervioso.
Adicionalmente, Marcelo Ebrard, advierte que, si persiste el juego sucio en el proceso interno morenista, dejará la contienda y habría ruptura. Andrés Manuel ve como se le complican las cosas. Lo político se le va descarrilando, las rupturas debilitarían a Morena como pasó en Coahuila. La inseguridad se apodera del 80 por ciento del territorio nacional, según reporta Estados Unidos. La carestía deja sin acceso a los alimentos a la mitad de los mexicanos. Millones se suman a las filas de la pobreza, enfrentando la adversidad en la informalidad. El sistema de salud colapsó, sin buenos hospitales ni medicinas, ni médicos suficientes.
El malestar popular crece. La proporción de mexicanos que no puede adquirir la canasta básica que ha definido Coneval alcanza al 52 por ciento de los hogares. Al final del sexenio de Enrique Peña Nieto, solamente el 38.5 por ciento de los trabajadores no podía comprarla.
En el bloque opositor solamente quedarán 3 finalistas con posibilidades de obtener la candidatura: Enrique de la Madrid, Santiago Creel y Xóchitl Gálvez. El carisma de la hidalguense perfila el desenlace, sin embargo, la partidocracia de panistas y priistas buscan imponer sus condiciones y, si es posible, a su candidato. La senadora juega de outsider con casaca ciudadana, Creel va por el PAN y de la Madrid por el PRI.
El método de selección, del bloque opositor, está diseñado para que 13 de los 16 o más calefactos, se bajen de la contienda, por no estar a la altura de las expectativas. Por supuesto, ellos lo hacen quejándose de las reglas que los dejan en evidencia, y no de sus escasas posibilidades de arrastrar votantes en junio del 2024. Las cosas se ponen interesantes. Se percibe el surgimiento de un fenómeno político. Veremos.