¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción.
Y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Calderón de la Barca
La Laguna ha destacado por la democratización de sus liderazgos en los planos social y empresarial. La participación de gente comprometida con la región acota a los grandes grupos, si bien estos tienen derecho de picaporte en las altas esferas del poder. Una de las demandas históricas de la comarca fue contar con una ciudad industrial. La falta de espacios y una política sindical hostil obligaban a los inversionistas a cruzar el río Nazas para instalar sus naves en el Parque Industrial Lagunero de Gómez Palacio, cuyo exitoso promotor era Carlos Herrera Araluce. En los años 70 y 80 del siglo pasado las relaciones entre Torreón y Saltillo eran tirantes y la autonomía municipal, una entelequia. Hasta el jefe de tránsito era nombrado por el gobernador.
El sueño del parque industrial se cumplió en el Gobierno de Óscar Flores Tapia, gracias a su entendimiento con un grupo de empresarios liderados por Jorge Dueñes Zurita, Miguel Gancz, Arturo Rodríguez y Mario Lozoya, entre otros. Cuando el empuje de esa generación y las precedentes se perdió y hombres como don Pedro Valdés, don Ramón Iriarte, Jesús «el Chamuco» Villarreal, Blas Sosa y otros de su talla dejaron de existir, La Laguna empezó a declinar y a rezagarse con respecto de Saltillo. Torreón fue precursor de los medios de comunicación en el país, pero la mayoría de las empresas emblemáticas pasaron a manos de consorcios nacionales sin vínculos en la región.
El Siglo de Torreón y Grupo Radio Estéreo Mayrán (GREM) son los únicos que preservan su raíz lagunera. En el primer caso por el liderazgo de don Antonio de Juambelz; y en el segundo, por la visión y compromiso de Braulio Manuel Fernández Aguirre y Luis de la Rosa Córdova, fallecido el 14 de mayo; el primero murió hace ocho años. La sociedad entre un político (Fernández) y un profesional crítico del sistema (De la Rosa), no auguraba larga vida. Superar la prueba del tiempo y las tormentas fue posible por el respeto mutuo y porque su amistad trascendió a planos mayores. El equilibrio entre dos visiones claramente definidas y no siempre coincidentes dio por resultado un grupo radiofónico confiable, plural, abierto a la sociedad y formador de buenos periodistas.
La muerte de Luis me duele profundamente. Con tiempo organizó la sucesión en el mando de GREM, tomado por su hijo Luis de la Rosa Montellano, e hizo mutis sin estridencias ni buscar el aplauso o la aprobación de nadie. Sabía de su valía y eso le bastaba. Le conocí a principios de los 70, cuando su estrella empezaba a refulgir. Años después sobrevivió a un accidente, cuando la avioneta donde viajaba junto con otros socios de Gossler Torreón sufrió una falla durante el aterrizaje en un paraje de Chihuahua. Tiempo después asistí a la comida organizada para celebrar su nueva vida.
Luis era un hombre sensible y siempre pendiente de sus amigos por los cuales intervenía, máxime en circunstancias adversas. Nos veíamos poco, pero cuando lo hacíamos nuestras charlas eran dilatadas y profundas. También intercambiábamos oraciones y reflexiones. Le preocupaba la deriva del país. Era él quien me tenía al tanto, por WhatsApp, de amistades comunes. La Laguna ha perdido a uno de sus mejores hijos. Mientras escribo estas líneas me detengo para ver a Luis, sonriente, en un par de fotografías, donde le acompaño. Una es en la celebración de los 80 años de Jorge Dueñes; y otra con Vicente Fox, Mario Lozoya y Alejandro Gurza. Gracias, Luis, por tus enseñanzas y lecciones de vida. Abrazos, Licha.