Activistas jovencitas querían herir algunos sentimientos, pero no la obra. Sabían que tiene un cristal delante, y por eso hicieron la actuación.
Dos chicas lanzan salsa de tomate contra el cuadro de los girasoles de Van Gogh, en Londres, y luego se vierten pegamento en las manos y las adhieren a la pared. Protestan contra la destrucción del medio ambiente. Las preguntas que lanzan tienen resonancia: ¿por qué nos preocupamos más de cuidar las obras del hombre (como el arte) que las obras de la naturaleza? ¿Por qué protegemos el arte mientras devoramos el medio natural? ¿Qué sentido tiene cuidar unos cuadros si tanto el planeta donde está el museo como la civilización que lo aprecia van camino de la destrucción?
Las dos activistas climáticas que han lanzado tomate al cuadro tienen la misma edad que Greta Thunberg. ¡Cómo está la juventud!