En esta oportunidad vamos a tocar a los políticos, no desde una postura de reproche, sino desde una convicción auténtica. Es momento de disipar el descrédito que los envuelve y las difíciles condiciones que ellos mismos se han creado.
La impunidad ante la corrupción ha trastornado el entorno político. Aunque no ha alcanzado niveles sorprendentes para nadie, ha hecho que la política sea una carrera cada vez más accesible en todo México.
Es crucial reconocer que los políticos no perciben tanto dinero como se imagina. Aunque no están sometidos a un escrutinio tan riguroso y no se ven compelidos a dar cuentas como en otras naciones
Acá es más ofensivo cualquier publicación en redes sociales hecha hace una década o bromas pasadas en su juventud son etiquetadas como guerra sucia. Y no tanto sus acciones dentro de las administraciones donde se encuentran, lo que le ha permitido a muchos cambiar de Código Postal en tiempos sorprendentemente cortos.
Las normativas de transparencia vigilan los aspectos más privados de sus vidas. Aquí, rara vez los políticos son cuestionados por las acciones de sus parejas, hermanos, familiares, viejos políticos o compadres. Como sucede en un bulevar al norte de Saltillo y que actualmente solo alberga un cementerio particular. y aunque se le agradecieron algunos metros de tierra «en greña» para su realización. Pero no se compara con la plusvalía desmedida que habrá de alcanzar en el futuro; todo esto para beneficio de los propietarios de tierras que pronto disfrutarán de una vía con un costo de 90 millones de pesos.
Estos recursos podrían satisfacer muchas más necesidades en los tres municipios circundantes, pues para mejorar la vialidad, bastaría con los 30 millones destinados a ampliar el tramo del seminario al libramiento Oscar Flores Tapia, justo frente al parque industrial Server; este tramo ya cuenta con la mitad de su construcción realizada y si el pretexto era desahogar el Bulevar V. Carranza los 90 millones parecen inapropiados porque llegará al mismo crucero que tiene como punto de referencia el seminario mayor.
Esta situación explica en parte por qué la sociedad civil muestra reticencia a involucrarse en política. Sería beneficioso para el bien público que no existiera una colaboración tan estrecha entre el sector público y privado, aunque las desconfianzas mutuas dificultan cualquier intento de la mejora en los general y se estanca en lo particular.
Así, vemos a muchos políticos parecen desconectados de la realidad, y por la misma razón, muchos profesionales cualificados evitan la política.
Los recientes casos de corrupción nos han llevado de vuelta a épocas de deshonestidad, como si la corrupción fuera algo inevitable. Pero la verdad es que la política refleja la sociedad.
Nuestra sociedad ha progresado muy poco en términos de ética y decencia, por lo que los políticos deberían valorarse a sí mismos y trabajar en mejorar su imagen, especialmente cuando se presentan como representantes de los ciudadanos.
La política y la sociedad están intimamente unidas. La política es el pilar de la civilización, pero su mala reputación amenaza con debilitar la relación entre gobernantes y gobernados.
No se trata solo de igualar la credibilidad de los políticos a la de los banqueros o sacerdotes, sino de sembrar una desconfianza excesiva en su eficacia y utilidad.
Tanto el presidente como un regidor de un pueblo pequeño desempeñan roles políticos, pero tendemos a idealizar la profesión y a generalizar sobre los políticos.
Junto a la impartición de justicia, la política debería ser transparente, eficaz, honesta y dedicada, pero la desconfianza hacia las figuras políticas más destacadas corrompe la integridad de la profesión.
Es peligroso que la política sea vista como una profesión de alto riesgo por la sociedad civil.
Y es aún más preocupante que tanto la sociedad civil como los propios políticos desconfíen de la incorporación partidos antagonistas, especialmente cuando estas figuras se unen por razones superficiales o populistas.
La élite política también ha contribuido a su propio desprestigio, no solo a través de la corrupción, sino también por la degradación del ambiente legislativo e institucional. La hostilidad mostrada por nuestra clase política ha manchado el proceso y la decoración institucional. El alboroto de las manifestaciones a menudo se interpreta como la esencia misma de la política, especialmente cuando los legisladores enfatizan la inflexibilidad y la obstinación en lugar del diálogo y el compromiso.
Esta tierra se encuentra en un momento perfecto para dar un golpe de timón, la actual administración llegó al poder de manera contundente y eso le da la fortaleza para romper con los viejos vicios y hacer presente el cambio generacional en beneficio de las mayorías y no de algunos pocos.
Coahuila es grande, ahora se requiere una limpieza general que le permita crecer en lo general y no solo en lo particular.