Los fondos debían destinarse a caridad, pero en su mayoría se emplean para reformar propiedades a los que se saca rédito a través del alquiler.
El titular de la Corona británica – actualmente Carlos III y previamente su madre Isabel II – se han beneficiado económicamente en las últimas décadas de una norma feudal que les ha permitido hacerse con dinero y propiedades provenientes de ciudadanos británicos muertos. Los gestores señalaban que esos fondos se destinaban a fines benéficos, pero el diario británico The Guardian ha desvelado que en su mayoría se han dedicado a la reforma de sus bienes inmuebles.
En su condición de rey, Carlos III es el titular del ducado de Lancaster. Gracias a una norma que data de la Edad Media, los bienes de aquellos que fallecen sin testamento y sin herederos en esas tierras pasan a manos del ducado. Esto ha supuesto 61 millones de libras para el patrimonio en la última década, y 26 millones solo en el último año.
La medida es perfectamente legal, pero el ducado alegaba que todas las ganancias derivadas de los activos se destinaban a fines benéficos. Sin embargo, la investigación del periódico afirma que apenas el 15% se ha dedicado a ello, mientras que el grueso de los fondos se dedicaron «en secreto» para mejorar las propiedades, lo que permite alquilarlas a un precio superior y, en consecuencia, aumentar el patrimonio personal del monarca, reduciendo además los gastos de las obras.