El artículo de Jorge Zepeda Patterson en el periódico El País de España analiza el contexto electoral en México, donde una mujer se convertirá en presidenta tras las elecciones del 2 de junio. Claudia Sheinbaum, candidata del partido oficial, tiene una cómoda ventaja de más de 20 puntos en las encuestas sobre su principal rival, Xóchitl Gálvez, candidata de los partidos tradicionales en oposición. Los modelos de predicción otorgan a Sheinbaum entre un 86% y un 94% de probabilidades de triunfo. Sin embargo, el verdadero suspenso reside en otros aspectos, como la legitimidad de la victoria, la mayoría en el Congreso y la posibilidad de que su partido retenga la alcaldía de Ciudad de México.
Sheinbaum se beneficia de cuatro factores principales. El primero es el rechazo a los partidos tradicionales. En 2018, López Obrador ganó con el 53% del voto debido al agotamiento del modelo anterior, caracterizado por corrupción y excesos de las élites, especialmente durante la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018). El neoliberalismo había generado una prosperidad modesta con notorios contrastes sociales, dejando a una gran parte de la población en la informalidad laboral y con salarios mínimos por debajo de la inflación.
El segundo factor es la popularidad de López Obrador. Con el lema “primero los pobres” y una retórica contra las élites, López Obrador implementó un régimen peculiar con programas sociales y políticas macroeconómicas conservadoras, logrando estabilidad económica y apoyo popular. Este apoyo se refleja en el alto nivel de aprobación con el que termina su gestión, rondando el 60%.
El tercer factor es la incapacidad de la oposición para renovarse. Los partidos opositores atribuyeron su derrota de 2018 a las tácticas demagógicas de López Obrador y no realizaron los cambios necesarios para reconectar con el electorado. La oposición se limitó a criticar al gobierno sin presentar alternativas efectivas, lo que permitió a López Obrador mantener una narrativa dominante. La elección de Xóchitl Gálvez como candidata de la oposición, una figura cercana al PAN pero con orígenes modestos, refleja la necesidad de distanciarse de los partidos tradicionales. Sin embargo, su apoyo se limita a alrededor del 30% del electorado.
El cuarto factor es la fragmentación del voto opositor. El partido Movimiento Ciudadano, con su candidato Jorge Álvarez Máynez, ha ganado terreno entre el electorado joven y podría obtener entre un 8% y un 15% del voto, perjudicando las aspiraciones de Gálvez al dividir el voto opositor.
Aunque se espera que Sheinbaum gane la presidencia, muchas incertidumbres persisten. Será crucial el apoyo del Congreso, la capacidad para suceder efectivamente a un liderazgo tan personalista como el de López Obrador, el ambiente de violencia y criminalidad, el papel de los militares y la sostenibilidad financiera de las políticas sociales y de crecimiento. Estos desafíos constituirán la agenda de Sheinbaum a partir del 3 de junio, marcando el inicio de una nueva etapa en la política mexicana.