Comentaba yo mismo el otro día en este territorio amoniano que el superhéroe de una serie contemporánea puede ser calvo, gordo y mayorzón. Y me refería en concreto al protagonista de la serie israelí que protagoniza Lior Raz. “Fauda” se llama. Y transcurre en las entrañas del conflicto medioriental.También se puede ser gorda y mayorzona para desempeñarse como una heroína. Y no necesariamente guapa. Y policía a punto de jubilarse. Estamos hablando de la inmensa actriz Sarah Lancashire. Y de la sargento Cawood que ella misma interpreta en la serie “Happy Valley”.Tranquilidad. No voy a hacer spoilers. Voy a aludir a una actriz y a una serie policial de barrio cuya verosimilitud provienen precisamente de la naturalidad y credibilidad con que transcurre la trama.
Tanto se han estilizado los thrillers y tanto se han subordinado los diálogos en la cultura de la imagen, que se agradece la reanimación de una serie que trata al criminal como un criminal y a la familia como una familia.Humanos débiles porque son humanos. Dramas domésticos porque son hogares. Personas más feas que guapas porque son personas. Y asesinos banales porque son asesinos. Nadie se ríe en esta serie, mucho menos la sargento Caewood. Porque no tiene gracia la sordidez y la endogamia de un pueblo del oeste de Yorkshire. Es una garantía que la serie la produzca la BBC. Y es un sarcasmo -y no un spoiler- el título que reúne a las tres temporadas. “Happy Valley”, el valle de la felicidad.
Se trata de un drama policial modestísimo, casi cutre. Tenemos a una agente de policía que se ve obligada a cuidar de su nieto después del suicidio de su hija. El hogar accidental lo completa la hermana de la policía. El padre del niño fue el violador de su madre, causante también, según sospecha la protagonista, de su muerte. Toda la serie tiene como escenario el apacible condado de Yorkshire, al norte de Inglaterra.