En cualquier guerra ambos lados sufren bajas y las guerras económicas no son la excepción. Mientras Estados Unidos ha decidido iniciar una guerra económica, frontal, pareciera que, contra el mundo, China que es la segunda economía más grande del mundo empezó con las mismas estrategias arancelarias sin embargo algo ha cambiado en la política fiscal económica del gigante asiático.
El primer disparo lo hizo el gobierno de Trump al aplicar aranceles a casi todas las mercancías que son importadas desde 185 países, muchos países en realidad no tienen municiones suficientes para darle alguna batalla a la economía más grande que ha existido, pero China sí y lo hizo aplicándole a los productos norteamericanos un arancel del 84 por ciento. Otras economías como la Unión Europeatambién le contestaron con la misma arma al gobierno norteamericano, aunque siendo realistas el calibre asiático es mayor.
Ya en medio de esta batalla arancelaria, pues en el sistema capitalista siempre hay una guerra económica, el republicano Trump decidió quitar los aranceles a ciertos productos, principalmente a insumos para laptops, celulares y más. Después China retira sus aranceles a 131 productos norteamericanos, principalmente insumos químicos y farmacéuticos, mercancías que tienen un valor aproximado de 40 mil millones de dólares. La pregunta es, ¿por qué ambos gobiernos retiran sus aranceles si supuestamente están en guerra? La respuesta es muy sencilla, no quieren que las balas lesionen a sus connacionales.
Los aranceles al final generarán un aumento en el precio final de las mercancías, precio o sobre precio que pagará el consumidor final, por ello no es de extrañarse el comentario del presidente Trump, quien dijo y cito textual: “quizá los niños tengan 2 muñecas en lugar de 30”, el quizá en realidad sale sobrando.
Por si fuera poco, la economía de nuestros vecinos del norte poco a poco se va a quedar sin aliados pues su mayor contrincante, en este momento, es precisamente la economía que es llamada como la fábrica del mundo, ocasionando que los productos y consumidores del resto del mundo volteen hacía el gigante asiático para convertirlo es importador o bien importarle aún más, por supuesto a un precio más bajo y por si fuera poco sin aranceles.
En todas las ocasiones, sin importar el momento de la historia ni el lugar cuando un estado o un gobierno interviene de más en la economía los resultados son complicados para la propia economía, pero catastróficos para quienes la integran.