Desde que volvió a asumir la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, ha dedicado gran parte de su discurso y acciones a los aranceles, los cuales son los impuesto que cobra un gobierno por importar mercancías de otros países, acción que se realiza con la intención de proteger el mercado interno y así generar inversión y empleos al interior del país que cobra el arancel, hasta aquí pareciera que todo está bien, sin embargo en una economía cada vez más globalizada los insumos de muchos productos tiene su origen en diversas parte del mundo, ocasionando que la “línea de producción” mundial se colapse y por supuesto, como todo impuesto, perjudicando al consumidor final, en este caso al ciudadano norteamericano.
A la economía mexicana y por supuesto a los mexicanos la imposición de aranceles ocasiona que las fábricas instaladas en nuestro país, que producen para el mercado norteamericano, decidan pausar o reducir su producción, ya que con los aranceles que cobraría Trump, el precio de esos productos aumentarán en Estados Unidos, ocasionando que los compradores decidan adquirir menos de esos productos, incluso dejar de consumirlos, afectando así no sólo a los productores y trabajadores mexicanos que fabrican esos productos sino a todos los demás trabajadores y consumidores tanto de Estados Unidos como del mundo. Esto debido a la tensión que se genera en la cadena de productos, producción, inversión y empleo del mercado en general. Para explicarme mejor pondré el ejemplo de los aranceles automotrices, al aumentar los precios de venta final de los autos en Estados Unidos, por los aranceles, los consumidores dejan de comprar vehículos ocasionando que la demanda, es decir la compra de gasolina no aumente, incluso hasta baje, haciendo que la industria de la gasolina deje de invertir y despida a trabajadores, trabajadores que dejarán de consumir otros alimentos como por ejemplo calzado, provocando a la vez que la industria del calzado tenga y ocasiones un efecto semejante al de la gasolina.
El sistema económico en el cual vivimos, es decir el capitalismo globalizado, ha sido el resultado de un proceso milenario, que se ha transformado por la fuerza social y económica, quienes han intentado, por lo menos hasta este momento, de modificarla han fracasado, como lo es el socialismo y ni que hablar de comunismo. Por ello el presidente Trump un día impone un arancel y al día siguiente lo elimina, tal y como sucedió con los aranceles para los chips utilizados en celulares, procesadores y computadoras, o bien el arancel que aplicó y a las horas desaplicó sobre los productos mexicanos incluidos en el tratado de libre comercio.
Por si fuera poco, además el 47º. presidente de la Unión Americana además de afrontar la inflación que generan sus aranceles, tiene que hacer frente a otros daños colaterales el encarecimiento de los bonos de su gobierno, alza que tendrán que pagar los ciudadanos norteamericanos y ¿saben con qué? con aumento en sus impuestos o con más impuestos.
Bien lo escribió el poeta y escritor norteamericano, Edgar Allan Poe: “Todo movimiento, cualquiera que sea su causa, es creador “, sólo esperemos que estos movimientos económicos sean creadores de progreso y desarrollo.