Fue una noticia que sin duda sacudió al Estado, pues se trata de la máxima casa de estudios de la entidad y que sin duda ha sido el semillero de miles de profesionistas que han contribuido al desarrollo del Estado y del país. Tampoco el hecho es una noticia nueva, pues ya varias casas de estudio en el país han presentado casos de crisis financieras bastante preocupantes, se trata sin duda de un efecto dominó ocasionado por dos factores; el primero es el mundialmente problema del sistema de pensiones y el segundo, recortes federales a los recursos y en ese mismo sentido una desigual aportación federal a las universidades estatales. En primer lugar, el sistema de pensiones amenaza a gobiernos y universidades y representa un gasto actual de aproximadamente un 15% del PIB; sumándole a esto que la esperanza de vida de los mexicanos sigue aumentando y se coloca hoy en aproximadamente 70 años; esto resulta una carga para los trabajadores activos y pone en jaque las finanzas públicas y se prevé que este problema quede resuelto hasta el año 2067. A esto hay que sumarle que la partida U081, recursos para atender los problemas estructurales de las universidades públicas en México, ha estado en ceros y de no destinar recursos, las universidades que estarán en problemas financieros para el año 2024 serán 21, ya que anteriormente las jubilaciones eran a los 25 y 30 años sin importar la edad de los trabajadores y esto ha venido acumulando una carga fiscal para las universidades. Desde el año 2001 se realizó un estudio que concluyó que dichos sistemas eran inviables y pondrían en riesgo la operación misma de las universidades. El problema ya nos alcanzó. Ahora bien, a esto hay quemar que el gobierno federal con su política de austeridad ha reducido aportaciones a programas educativos tanto de educación media superior como superior y posgrado. Tan solo en los últimos seis años los fondos extraordinarios de apoyo a la educación superior han acumulado una reducción de más de 60 mil millones de pesos por la extinción de otras partidas como la U040 que era para estímulos docentes. Finalmente, los recursos entregados mediante la partida U006 han sido aportados con cantidades menores a la inflación lo cual genera un problema en las casas de estudio porque el gasto corriente de cada escuela sufre el aumento de precios con recursos cada vez más limitados. Es cierto, en cada escuela podemos hacer esfuerzos para reducir gastos: identificar y denunciar a trabajadores “aviadores”, disminuir gastos en viáticos, aplicar programas y reglamentos de austeridad que sean auditados periódicamente para asegurar su cumplimiento de objetivos, realizar una presupuestación base cero para comenzar a eliminar rubros en los cuales el dinero simplemente no se necesite y recibir estímulos por ahorro en gasto corriente, es decir, que si del 100% de recursos presupuestados para energía, se logre un ahorro del 20%, de este porcentaje se destino una parte a la institución en equipo de cómputo o deportivo con lo cual trabajaríamos buscando ahorro para beneficio institucional. Sin embargo, no será suficiente hasta que se resuelvan los problemas estructurales derivados de las pensiones y los recortes y aquí es donde el gobierno federal, que presume anualmente de presupuesto cada vez más grande, ayude a las universidades a resolver sus problemas que no son de hoy, sino el resultado de yerros por los cuales los trabajadores activos no debemos pagar.