El ex presidente prometió unidad y cambio tras un intento de asesinato, pero regresó rápidamente a su retórica divisiva.
En la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, se intentó darle un cambio de imagen a Donald Trump, presentándolo como un hombre de familia amoroso y atento, marcado por un reciente intento de asesinato en un mitin. Al comienzo de su discurso, Trump adoptó este nuevo enfoque, expresando su deseo de ser un presidente para todos los estadounidenses y de sanar a un país dividido. Relató con detalle el intento de asesinato y habló conmovedoramente de un partidario asesinado, prometiendo unidad nacional.
Sin embargo, esta versión más humilde y unificadora de Trump duró poco. En un discurso de 92 minutos, rápidamente volvió a su estilo habitual, criticando duramente al presidente demócrata Joe Biden y a la ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, acusando a los demócratas de usar el sistema de justicia como arma y de crear un «planeta de guerra». Utilizó un lenguaje hiperbólico para describir la inmigración ilegal como «la mayor invasión de la historia» y pintó un retrato oscuro de Estados Unidos como una nación en decadencia.
A pesar de evitar su lenguaje más duro habitual, Trump no logró convencer a algunos críticos. Mary Anna Mancuso, estratega republicana, comentó que el discurso no tenía como objetivo unificar a la nación y que mostró al mismo Trump de siempre. Frank Luntz, otro estratega republicano, señaló que el discurso, aunque comenzó bien, se alargó demasiado y solo los primeros 30 minutos pudieron parecer «perfectos» para algunos espectadores.
Trump volverá a la campaña electoral en Michigan acompañado de su nuevo candidato a vicepresidente, el senador J. D. Vance. La expectativa está en ver si mantendrá el impulso por la unidad presentado brevemente en Milwaukee o si regresará a su estilo más familiar, conocido por sus teorías conspirativas y retórica incendiaria. Sus partidarios acérrimos suelen esperar este último enfoque en sus mítines.