Los vinicultores se rebelan contra la construcción de casas y hoteles en el valle que produce el 90% del caldo mexicano
En el Valle de Guadalupe, Baja California, se producen los mejores vinos mexicanos, cada vez más considerados a nivel internacional. Las parras crecen alegremente en una zona dotada de un clima similar al del Mediterráneo y convertida en los últimos años en lugar de peregrinación de catadores y aficionados a la gastronomía. El panorama debería tener a los agricultores y productores locales festejando copa en mano pero un nubarrón en forma de ladrillo pende sobre sus cabezas.
El Ayuntamiento de Ensenada que es el municipio donde se encuentra el valle , está tramitando el cambio de uso de suelo agrícola y natural por uno que permita construir en el 48% de la región vinícola. El proyecto estelar tiene el rimbombante nombre de Rancho Olivares Masterplanned Country Community, un complejo con spa, campo de golf, hotel y centro comercial. En su desarrollo están implicados funcionarios municipales. La variación de los planos se está realizando a poco más de un mes de que el alcalde, el priista Enrique Pelayo, abandone el cargo.
«Es una buena forma de empezar a destruir la industria del vino mexicano», comenta Adrián García, vinicultor de la bodega Retorno, fabricante de tres caldos. Los más de 60 productores de la zona se han organizado en torno a la plataforma Por un Valle de Verdad, desde donde están denunciando la situación a través de las redes sociales. Aquí se producen 1,2 millones de cajas de vino al año, el 90% de la tirada nacional, por lo que creen que atacar el ecosistema del valle puede tener consecuencias dramáticas para la todavía joven industria vinícola del país.
Los vinicultores también alertan de que hay un problema de abastecimiento de agua que se agravará aún más con la aparición de nuevas construcciones destinadas a atraer a mucha gente. La cobertura de agua potable en los tres poblados del valle apenas es del 66%. «Poco más de la mitad de la población tiene agua y quieren construir un campo de golf. ¿Tiene algún sentido?», abunda García. Se considera que el valle comenzó a cultivar la uva y a elaborar vino de una forma más ambiciosa a mediados de la década de los ochenta, sobre todo a partir de la aparición de Monte Xánic, una de las primeras vinícolas modernas.