Los gobiernos requieren de recursos económicos para poder realizar todas sus funciones, las cuales le permiten dotar a la comunidad desde la provisión de los servicios públicos hasta la solución de situaciones no planeadas que pueden ocasionar problemas a la comunidad, como lo fue la pandemia del Covid19.
Los recursos económicos, vamos el dinero, con el cual los gobiernos realizan sus funciones y logran su operación sólo puede obtenerse de tres fuentes, por supuesto la primera, que se no viene a la mente y es la más grande e importante, son los impuestos. La segunda fuente de financiamiento es la venta de bienes y/o servicios, como lo es, para el caso de México la venta del petróleo al exterior, o bien la gasolina al interior, o como lo fueron las ventas de las paraestatales en la década de los 90´s. La tercera fuente que le permite a cualquier gobierno obtener recursos es la deuda pública.
En teoría el recurso que se obtiene por cualquiera de estas vías es utilizado para poder dar seguridad pública, educación, salud, defensa territorial, seguridad social, el pago de la burocracia, entre muchas otras responsabilidades más.
De estas formas de ingreso existe una que es peligrosa en caso de no realizarse de una manera responsable, y me refiero a la deuda pública, la cual se puede explicar como el conjunto de todas las obligaciones financieras que tiene no sólo el gobierno sino también los organismos o institutos autónomos, los fideicomisos y las empresas paraestatales.
Para septiembre de este año teníamos, si en plural e incluyéndonos pues es de todos los mexicanos, una deuda pública de 10 billones 785.5 mil millones de pesos. Según datos del Fondo Monetario Internacional la deuda pública mexicana sobrepasará la frontera del 50% del PIB para el año 2023, es decir que la deuda que tendremos será mayor a la mitad de todos los bienes y servicios que se produzcamos en nuestro país ese mismo año. Incremento, porcentual, que año tras años hemos experimentado, señalando que hace 4 años, nuestra deuda pública equivalía al 44.85% del PIB.
Es cierto que hay economías en el mundo cuya deuda, comparada con su propio PIB son mucho más alta que la mexicana, por ejemplo, para el 2021 la deuda pública española equivalía al casi 119% del PIB, o bien los nipones tienen una deuda pública de casi 2 veces y medio de su PIB, o bien nuestro vecino del norte tiene una deuda equivalente al 128% del PIB.
Por primera vez, desde que el FMI ranquea las deudas públicas, México estará en el segmento de economías que se pintan de amarillo, en el cual se encuentran quienes debemos entre un 50 y 75% del PIB.
Más allá de los porcentajes, o de las comparaciones con el resto del mundo la realidad es que la solicitud y uso de un crédito público, ya sea externo o interno, terminará pagándose por los contribuyentes fiscales, quienes tendremos que pagar un porcentaje mayor por cada impuesto ya existente, o en su caso pagar nuevos impuestos.
Para concluir les comparto una frase del político, científico e inventor estadounidense, Benjamín Franklin, quien dijo: “Es mejor acostarse sin cenar, que levantarse sin deudas”, usted que opina, yo prefiero cenar, aunque saldrá más caro el caldo que las albóndigas por supuesto gracias a los nuevos impuestos o incrementos en estos para pagar la deuda.