«La agenda de la Corte no se fija en las columnas de periódico», declaró su presidente, Arturo Zaldívar, después de haber declinado a permanecer en el cargo hasta 2024. La SCJN cumple, dijo, y para demostrarlo citó dos de las sentencias más importantes dictadas por «la justicia constitucional (…) en el mundo»: la inconstitucionalidad del delito de aborto y objeción de conciencia. Pidió entonces abandonar «la crítica de mala fe» que busca «generar (…) una percepción de sumisión o de falta de independencia de la Corte o de su presidente con falacias de este tipo». El papel del máximo tribunal constitucional y de Poder Judicial, no debe verse como un partido de fútbol: «Si mi equipo gana (…), el árbitro estuvo muy bien y por fin despertó y por fin hay jueces en Berlín. Si mi equipo pierde, entonces el árbitro es una porquería, vendido, corrupto, sumiso, indigno».
Zaldívar instituyó las ruedas de prensa mensuales. En la del 12 de enero de 2022, explicó el funcionamiento de la Corte y defendió su independencia. Con respecto a la analogía futbolera, replicó: «Esto no es así (…), somos independientes y votaremos los asuntos de acuerdo con nuestro criterio (…). El derecho, y máxime el derecho constitucional, no es aritmética, no es una ciencia precisa ni una ciencia exacta, es un ejercicio argumentativo». Las decisiones de la Corte se deben discutir, sin embargo, el insulto «no es un ejercicio democrático». Puede hacerse «en la contienda política (…), pero cuando estas descalificaciones vienen de pseudo académicos, de pseudo intelectuales y de comentócratas, (…) lo único que reflejan es su poco nivel académico».
Zaldívar instó a discutir el desempeño de la Corte con argumentos. «Pero no: ¡ah!, este acuerdo es a favor del Gobierno, entonces quien lo hace es un indigno; ¡ah!, este acuerdo es en contra del Gobierno, es un héroe nacional». Tener voz en los medios de comunicación —aseveró— implica una responsabilidad «y descalificar por sistema y mintiendo, a la Corte, afecta a las instituciones y a la democracia». Por tanto, pidió a la opinión pública informada conducirse «con mayor seriedad. Si las resoluciones no gustan, debe criticarse la decisión y argumentar —después de leer la sentencia—, pero no descalificar a las personas ni llenarlas de insultos».
La democracia compromete a los cargos públicos a ser responsables, pero «quienes hacen un ejercicio de crítica en los medios también tienen una responsabilidad con el Estado y con la sociedad». Zaldívar dijo estar abierto a la crítica: «nunca me he escondido para atender los temas, siempre he mirado de frente». El ministro fue propuesto por Calderón para la Corte en 2009, y en 2019 se convirtió en su presidente. Zaldívar mantuvo una relación cercana con López Obrador y por eso se ganó la antipatía de los sectores más conservadores, quienes desde las tribunas corearon: «árbitro vendido».
«Un juez refleja su legitimidad a través de sus sentencias, de sus votos, de sus proyectos; aquí está en blanco y negro: con qué derechos y qué visión he estado comprometido desde que llegué a la Corte (…), con sentencias, decisiones y resoluciones, no con discursos, retórica ni salidas falsas». Para no dejar duda sobre dónde ha estado parado, pidió recordar casos emblemáticos como el de la Guardería ABC de Hermosillo. «Ese momento fue un escándalo; el caso Florence Cassez, con las amenazas, las presiones (…) del Gobierno de Felipe Calderón. El caso del uso lúdico de la mariguana; la primera sentencia (…) que decide en un amparo que hay omisión legislativa, es decir, que si un Poder Legislativo no legisla un amparo, se le puede obligar a legislar, que hoy ya es jurisprudencia del tribunal pleno».
Para los grupos de poder, Norma Piña es la heroína de turno. Zaldívar renunció como ministro y se sumó al equipo de la virtual candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum. Otros ministros permanecen en el clóset del PRI y el PAN.