La elección abrumadora de Claudia Sheinbaum le dará una fuerza que no tuvieron sus predecesores, incluido Andrés Manuel López Obrador. Buen augurio y bienvenida para la primera mujer que se cruzará en el pecho la banda presidencial. En legitimidad solo le compiten Vicente Fox y el propio AMLO. En poder, ninguno. Superó por 6 millones de votos a su mentor (36/30) y por 20 millones a Xóchitl Gálvez, del frente PRI-PAN-PRD. Asimismo tendrá mayoría calificada en la Cámara de Diputados y está cerca de lograrla en el Senado. Los grupos de interés ya se han alineado y la calma volvió a los mercados tras las turbulencias de cada elección [igual si triunfa la izquierda (Lula en Brasil, Petro en Colombia) o la derecha (Milei) en Argentina]. El peso también recuperó terreno.
El contexto es distinto al de los cuatro últimos relevos del siglo pasado en la presidencia. Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari entregaron el país en medio de devaluaciones, inflación, fuga de capitales, fraudes electorales y enfado social. Ernesto Zedillo puso orden en las finanzas y desde entonces la transmisión del poder estuvo exenta de sobresaltos financieros. Sin embargo, en los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, la violencia y la corrupción se convirtieron en los nuevos jinetes del apocalipsis. AMLO tampoco pudo someterlos.
La fuerza de Sheinbaum se extiende a los estados, donde Morena gobierna 24, 19 más que AMLO al iniciar su ejercicio. La coalición Morena-PT-Verde también es mayoría en 27 de los 32 congresos locales. Sheinbaum, como AMLO, no necesitará negociar sus reformas con los gobernadores de oposición. Pues además de no deberles nada en términos políticos y de haberlos derrotado el 2 de junio en sus estados, excepto en Aguascalientes, cuenta con los votos necesarios para cambiar la Constitución. Fox, Calderón y Peña debieron ceder ante los ejecutivos estatales por no haber recibido el mismo apoyo que AMLO y Sheinbaum en las urnas.
El retroceso del PRI, PAN y PRD en los estados refleja lo profundo de su crisis, la consolidación de Morena como fuerza dominante y el ascenso de Movimiento Ciudadano (MC). En 2018 los partidos tradicionales gobernaban las 32 entidades; hoy, solo media docena: cuatro el PAN y dos el PRI. El PRD lo perdió todo, incluso su registro. Como mayoría en el Congreso, Morena y sus aliados volverán a presidir las comisiones clave. La de Presupuesto y Cuenta Pública es una de las más codiciadas, pues asigna los recursos a estados y municipios. Los legisladores del PRI distribuyeron el gasto federal por más de 70 años.
El escenario para los gobernadores —sobre todo de oposición— se torna cada vez más difícil, sobre todo en los estados con deudas exhorbitantes: Nuevo León (MC), Chihuahua (PAN), Coahuila (PRI), Quintana Roo, Ciudad de México y Sonora (Morena) encabezan la lista. El pago de capital e intereses a la banca comercial reduce la capacidad financiera para la ejecución de infraestructura, obras prioritarias y servicios. La ventaja de los ejecutivos pertenecientes a Morena es su relación con la presidenta Sheinbaum, el futuro gabinete y el Congreso general. Durante los sexenios de Fox, Calderón y Peña, los gobernadores del PRI y el PAN tuvieron acceso a mayores recursos federales, así como a fondos y fideicomisos. La bonanza terminó para ellos al perder la presidencia.