Puesto que el tiempo pasa de forma cruel e inexorable y no hay cómo pararlo, una prueba de sabiduría consiste en hacerse a un lado y dejar que transcurra sin que te dañe demasiado. Es todo un arte el saber colocarse discretamente al borde del camino para contemplar el paso de los días y de las horas con una copa en la mano y brindar por el hecho de seguir vivo. El tiempo no existe, solo es el cortejo de la historia que pasa con su fanfarria. Nadie cumple años. La edad no es sino el número de placeres y heridas que a cada uno le tiene asignado la fortuna.