Texas comenzó a emplazar el viernes lo que se convertirá en una nueva barrera flotante sobre el río Bravo, en la más reciente intensificación de las medidas multimillonarias del gobernador republicano Greg Abbott para reforzar la seguridad en la frontera con México, las cuales ya han incluido enviar en autobús a migrantes a estados gobernados por demócratas y autorizar a la Guardia Nacional para que realice arrestos.
Pero incluso antes de que las enormes boyas naranjas fuesen descargadas de los camiones que las transportaron hasta la ciudad fronteriza de Eagle Pass, ya había preocupaciones con respecto a esta parte del desafío sin precedentes de Abbott a la autoridad del gobierno federal en torno a la regulación de la inmigración. Activistas por los derechos de los migrantes expresaron sus temores por los riesgos de ahogamiento, y los ambientalistas cuestionaron el efecto que las boyas tendrán sobre el Rio Grande, nombre con el que se le conoce en Estados Unidos.