Regresa a los escenarios este espectáculo donde unos renovados artistas callejeros combinan percusión, humor, danza y música
La palabra “stomp” nos remite a un tipo de tema musical, con ritmo trepidante, cuyo compás se acentúa golpeando el suelo con el pie. Su popularidad se debe al jazz tradicional y la época en la que el swing hacía furor. Mas, hoy cuando hablamos de STOMP nos referimos a un fenómeno escénico que surgió a finales del siglo XX y, aún por estos días, sigue siendo considerado un fenómeno de la escena.
Casi tres décadas después de creada, esta compañía inclasificable continúa haciendo arte callejero de exquisita factura con todo aquello que no imaginamos ver en un escenario: escobas, arena, recogedores, contenedores de basura, palos, carros de la compra, cacerolas varias, mecheros, ¿sigo?, periódicos, bolsas, maletas de viaje, bidones, cubos, tubos flexibles, fregaderos, agua y ya paro, pero ellos siguen.
Creando situaciones hilarantes, estos magníficos artistas convierten los ruidos callejeros en excelsa sinfonía. Para STOMP todo genera sonidos y todos los sonidos pueden ser armónicos. Pero no siempre estamos frente a una estridencia gestionada, también está el sonido sutil que deviene coreografía sonora-visual donde la sincronía no deja lugar para la improvisación y el ensayo de cada detalle cristaliza en original y hasta sublime creación.