La lucha por la paridad de género en la política está lejos de terminar, y es crucial seguir apoyando a las mujeres que se atreven a soñar y a liderar, opina Ross Barrantes.
En América Latina, el machismo ha dejado una marca profunda en la sociedad, relegando a las mujeres a roles secundarios y estigmatizándolas en muchas áreas de la vida pública y privada. A pesar de celebrar 200 años de independencia en varios países, la historia sigue recordando a próceres y libertadores, en su mayoría hombres, mientras que el protagonismo de las mujeres sigue siendo menos de lo que uno esperaría. Sin embargo, el siglo pasado vio el surgimiento de mujeres valientes que comenzaron la ardua lucha por el reconocimiento de nuestros derechos.
Sor Juana Inés de la Cruz es una de esas figuras que nunca dejaré de admirar. Desde muy joven, Sor Juana mostró una sed insaciable de conocimiento. A los siete años, pidió a sus padres que la dejaran ingresar a la universidad, pero le fue negado. Sin embargo, no se dio por vencida y leyó toda la biblioteca de su abuelo para cultivarse. Más tarde, se disfrazó de hombre para poder estudiar en la universidad y optó por convertirse en monja para evitar un matrimonio forzado. A través de sus escritos, Sor Juana defendió vehementemente el derecho de las mujeres a la educación y criticó las restricciones impuestas por los hombres de su época.
Otra mujer que ha dejado una profunda impresión en mí es Frida Kahlo. Sus pinturas no solo son una explosión de colores y emociones, sino también un testimonio de su resiliencia y fuerza interior. A pesar de sufrir un accidente que la dejó con múltiples lesiones, Frida canalizó su dolor a través del arte, creando obras que siguen siendo veneradas hoy. Su capacidad para transformar el sufrimiento en belleza es una lección de vida para todos.
Hipatia de Alejandría, considerada la primera mujer matemática, también es una figura inspiradora. Destacó en filosofía y astronomía, dedicando su vida a la enseñanza y el aprendizaje. Su pensamiento independiente y su rechazo a conformarse con los roles tradicionales de su género la llevaron a ser brutalmente asesinada por fanáticos. Su trágico final es un recordatorio de los peligros que enfrentan las mujeres que se atreven a desafiar el status quo.
Marie Curie es otro ejemplo de una mujer que rompió barreras en una época en la que la ciencia era un dominio casi exclusivamente masculino. Ganó dos premios Nobel en diferentes campos científicos, algo que ninguna otra persona ha logrado. Su perseverancia y su contribución a la ciencia moderna la convierten en un modelo a seguir para las mujeres en las carreras STEM.
Virginia Woolf, con su prosa elegante y su crítica mordaz, abordó la falta de igualdad y los obstáculos que enfrentaban las mujeres para desarrollarse profesionalmente. Su obra “Una habitación propia” sigue siendo relevante hoy en día, subrayando la importancia de la independencia económica y creativa de las mujeres.
Simone de Beauvoir, con su obra “El segundo sexo”, sentó las bases del feminismo moderno. Su análisis del patriarcado y su defensa del derecho al aborto legal en Francia han tenido un impacto duradero en la lucha por los derechos de las mujeres.
Mary Shelley, quien escribió “Frankenstein” a los 19 años, demostró una genialidad y valentía que desafiaron las expectativas de su tiempo. Su obra no solo es un hito en la literatura gótica, sino también una profunda exploración de la condición humana.
La reciente elección de Claudia Sheinbaum como presidenta de México es un hito significativo en la lucha por la igualdad de género en América Latina. Sin embargo, los titulares a menudo han minimizado sus logros, enfocándose en escándalos en lugar de reconocer su liderazgo y capacidades. Como científica y defensora del medio ambiente, Claudia ha liderado proyectos sostenibles y ha promovido el acceso a la cultura como un derecho, no un privilegio.
En todo el mundo, sólo 26 países tienen a una mujer como presidenta, jefa de estado o primera ministra. Europa lidera con 11 mujeres en estas posiciones, seguida por América Latina, lo que refleja un cambio positivo en el escenario político de la región. La primera mujer en ser electa presidenta en el mundo fue María Estela Martínez de Perón en Argentina en 1974. Desde entonces, muchas mujeres han seguido sus pasos, desafiando las normas y abriendo camino para futuras generaciones.
A pesar de estos avances, la representación de las mujeres sigue siendo insuficiente en todos los niveles de toma de decisiones, tanto en el ámbito público como en el empresarial. Sin embargo, el creciente liderazgo de jóvenes mujeres en la política y el activismo es un motivo de esperanza. Personalmente, cuando menciono mi deseo de ser la futura presidenta de mi país, a menudo me enfrento a burlas y comentarios machistas. Esta experiencia no es única y refleja un problema sistémico que afecta a todas las mujeres que aspiran a roles de liderazgo.
La lucha por la paridad de género en la política está lejos de terminar, y es crucial seguir apoyando a las mujeres que se atreven a soñar y a liderar. Como dice la canción feminista que resuena en las marchas: “Que tiemble el Estado, los cielos, las calles. Qué teman los jueces y los judiciales. Hoy a las mujeres nos quitan la calma, nos sembraron miedo, nos crecieron alas. Cantamos sin miedo, pedimos justicia, gritamos por cada desaparecida. ¡Nos queremos vivas!”
Con Claudia Sheinbaum como presidenta, seguiremos gritando por justicia y apoyándola no solo por ser mujer, sino por su profesionalismo y compromiso con el cambio. La lucha continúa, y cada voz cuenta.