¿Por qué no va a poder haber clubs solo para hombres? Por mí podría haber hasta vagones de tren solo para mujeres
La mujer del cuadro es puta. La mujer de cuadro no es Joan Bennet en la película de Fritz Lang, es ‘La Chiquita Piconera’ de Romero de Torres. Ha señalado José María Palencia, director del Museo de Bellas Artes de Córdoba, la paradoja de que una escena de prostitución haya pasado a ser un símbolo de la mujer fuerte. O cambian las percepciones o se ignora la verdad. También las putas caen bien. Cae bien ‘Irma la dulce’ y cae bien Holly Golightly en ‘Desayuno con diamantes’ (la adaptación que hace George Axelrod de Capote deja eso en suposición).
‘Oppenheimer’ ha gustado en Japón. Tiene mensaje antinuclear. El científico que identificó un tipo de leucemia en los supervivientes que tenían menos de 10 años en 1945 dice que hace 20 años no habrían hecho esa película en EE.UU. Hombre, hace 20 años quizá sí. Hay que ir más atrás. Desde luego, en 1946 habría sido no sólo imposible sino antiamericano. Si lo eran las crónicas de Janet Flanner en el primer juicio de Núremberg. Lo recuerda Uwe Neumahr en ‘El castillo de los escritores’ (Taurus). Flanner tuvo la misma impresión que la mayoría de los presentes en la sala cuando el fiscal general estadounidense Jackson interrogó a Göring. El nazi lo toreó. Escribió Flanner de la «habilidad diabólica» y de una «personalidad verdaderamente fantástica y espeluznante». A Jackson lo comparó con «un abogado de provincias». El lector del ‘New Yorker’ no podía leer esas cosas. Recuerda Neumahr que «su crítica de Estados Unidos fue difícil de procesar para las élites urbanas estadounidenses». Siguió escribiendo en la revista toda su vida, pero en el juicio la sustituyó Rebecca West, más antisoviética. Calificó de «infantil» el interrogatorio ruso a Göring. Y no estuvo. Como si a Flanner le gustara el comunismo. Se quejaba de que las rusas iban de seis en seis al baño en el ‘press camp’ del castillo Faber Castell. Le parecía una manifestación de comunismo: «Los demócratas no tenemos ninguna posibilidad contra ellas. Queremos ir al baño de uno en uno y estar solos».
En Núremberg las periodistas estaban aparte en su poco agradable alojamiento. Tampoco es que a todas les gustara aquel ambiente masculino. A Flanner y a Victoria Ocampo el tribunal les parecía cosa de hombres. Lo que me pasa a mí con el programa de Broncano.
Nos contaba Rosalía Sánchez que en Alemania abundan los locales donde las mujeres pueden ir a divertirse (copas y bailes) sin tener que aguantar babosos.
El cuadro de Joan Bennet en la película de Lang está expuesto en el escaparate contiguo al club de hombres en el que se reúnen Wanley y sus amigos. Estos días sale mucho en la prensa el Garrick Club de Londres. ¿Por qué no va a poder haber clubs que no admitan mujeres? Por mí podría haber hasta vagones de tren solo para mujeres. La mujer fuerte quiere estar sola. Con brasero o sin brasero.
Rosa Belmonte
Nacida en Murcia, ha visto demasiado la tele, no se toma nada en serio y menos a sí misma. Está escribiendo de ella en tercera persona para esta minibio y se está muriendo de risa. Abogada primero (incluso de violadores), ha conseguido ganarse la vida escribiendo en los periódicos