Un nuevo estudio de la Universidad de Harvard afirma que una buena relación entre nuestro médico de cabecera con el especialista al que nos derive supone un mejor servicio para nosotros
Para llevar a cabo su estudio, los investigadores utilizaron una enorme base de datos con los registros de más de 8.600 pacientes que habían sido derivados por sus médicos de atención primaria a especialistas entre los años 2016 y 2019. Tras obtener estos datos, analizaron qué enfermos fueron derivados a doctores que hubieran coincidido en la universidad o en programas postdoctorales con los médicos de atención primaria y quiénes no, separándolos en dos grupos.
Esto permitió a los investigadores determinar que, según la experiencia personal de los pacientes, aquellos que habían sido tratados por médicos que se conocieran «habían sido atendidos de forma más preocupada por los especialistas, recibiendo explicaciones más claras de lo que les pasaba y percibiendo una mayor implicación por su condición y bienestar».
En declaraciones al Harvard Medicine News, uno de los autores del estudio, J. Michael McWilliams explica que «las interacciones entre los médicos de atención primaria y los especialistas son una de las principales fundaciones de la medicina moderna y ese proceso de derivación es donde se le da forma a la atención al paciente«. Según el investigador, no es solo este fundamental aspecto el que se ve alterado (para bien) sino que también es una muestra de la profesionalidad de los médicos.
Respecto a los aspectos de la atención al paciente que se ven mejorados, McWilliams explica que «descubrimos que la ‘nota’ que los pacientes les ponían a los especialistas a los que eran derivados después de su visita médica siempre era más alta que en los casos en los que ese médico y el de atención primaria no se conocían». Y continúa: «No se trata solo de la comunicación con los pacientes, sino la camaradería, la calidad de las explicaciones, las muestras de preocupación, así como el desarrollo de la toma conjunta de decisiones, el uso de un lenguaje comprensible para el paciente y, sobre todo, la cantidad de tiempo empleado por el facultativo en la visita. Además, explica el investigador, se observaron cambios en las prescripciones médicas, por lo que esto podría tener implicaciones en el puro y duro marco médico, así como en la relación personal.
Según los autores del estudio, las relaciones personales que los profesionales de la salud tienen entre ellos tienen un gran impacto en nuestra experiencia como pacientes, por lo que potenciarlas y mejorarlas podría suponer enormes beneficios para nosotros.