Este 2023 se celebra el ‘Año Sempere’, dedicado al artista valenciano que marcó la abstracción geométrica durante la segunda mitad del siglo XX. Diversas muestras en Madrid y Valencia recuperarán su obra para dotarla del valor que siempre mereció.
Allá donde saltaba la última noticia artística, él estaba inmiscuido. Ya fuera Madrid, Cuenca o su Comunidad Valenciana natal, Eusebio Sempere siempre se mostró dispuesto a ir un poco más allá de los límites establecidos. Su nombre resuena junto al de Eduardo Chillida y Pablo Palazuelo, aunque habiendo sufrido cierto olvido. Este ‘Año Sempere’, que viene a ocupar el espacio de un vacío que nunca debió existir, es el momento ideal para volver a poner en valor la obra de uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX español, y no solo con exposiciones temporales, “sino con otros proyectos de mayor alcance y recorrido”, cuenta Rosa María Castells, directora del Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA).
El estilo personal de Sempere inundará las paredes de la céntrica galería madrileña desde este 7 de febrero. “Él siempre tuvo una forma de crear muy particular, y eso es fundamental. Los grandes artistas son aquellos que mejoran nuestra manera de mirar porque nos aportan su forma de leer la realidad, y Sempere lo consigue”, enuncia el propio galerista.
De Osma sabe bien que este artista geométrico y abstracto consiguió su estilo tan peculiar y reconocido en París. Nacido en Valencia en 1923, no sería hasta 1948 cuando intentara ir a la capital francesa, pero sin éxito. Un año después, el Sindicato Español Universitario le otorgó una beca para ello. “Y se instaló en el colegio España, donde tendría un pequeño estudio. Imagina, un joven viviendo en la gran capital del arte que era París, hasta que fue desbancada por Nueva York en los años 60”, desarrolla el galerista.
UN LENGUAJE PLÁSTICO EXQUISITO
Aunque instalado en su país natal, Sempere vivió en Estados Unidos desde 1963 hasta 1966, momentos en los que su estilo estaba perfectamente delineado, y todavía volvería una vez más a Nueva York. En aquella primera estancia participó en exposiciones colectivas en el MoMA y otras instituciones significativas. Además, en esa ciudad se organizó una de sus primeras muestras individuales, en la prestigiosa Bertha Schaefer Gallery. El galerista subraya que “sí se puede apreciar cierta evolución, pues en el mundo americano comienzan los minimalistas un poco en contraposición al estilo pop y la sempiterna abstracción expresionista que marcó la tendencia en los 40 y 50, y Sempere simplifica un poco su obra”.
Sea como fuera, el artista español ya tenía consolidado su estilo. Con una paciencia infinita y su famosa regla de una medida concreta, juega con gamas cromáticas. “El lenguaje plástico de Sempere es muy particular, exquisito, sobrio y, al mismo tiempo, rico. Tiene guash compuestos por más de mil líneas, que se interrumpen, que cambian de color. Incluso, a veces, metía un poco de arena para que cuando pasara con el tiralíneas, la línea que efectuaba no fuera tan perfecta y se apreciara un cambio en la tonalidad”, se explaya De Osma.