¿Podría asociarse la obsesión de sacarse fotos o ‘selfitis’ y compartirlas con un problema de autoestima o un trastorno psicológico?
Hacerse selfies es ya un gesto cotidiano para muchas personas y algo cada vez más habitual en redes sociales como Instagram, Twitter, Facebook, Tinder o Snapchat, entre otras. Un tipo de autofoto que se ha convertido en la auténtica representación de nuestro tiempo, pero ¿Y si este gesto fuera llevado a la obsesión?
Esto es precisamente lo que según una información que ha circulado recientemente por la web se habría propuesto estudiar un equipo de la Universidad de Nottingham Trent y la Escuela de Administración Thiagarajar (en India). ¿La conclusión de este supuesto estudio? La realización excesiva de selfies al día podría esconder una gran falta de autoestima en la persona que se los realiza y una auténtica adicción cada vez más común en nuestro siglo, bautizada como selfitis.
¿Qué se conoce realmente como selfitis?
Hay varias hipótesis e informaciones al respecto y los psicólogos y expertos no acaban de llegar a un consenso en este tema. Hace varios años esta tendencia de hacerse selfies de forma exagerada, pasó a denominarse como selfitis, concretamente a raíz de una noticia publicada en marzo de 2014 que circuló por la web y que consideraba esto como un nuevo trastorno mental.
En dicho artículo se llegaba a asegurar que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) había determinado la selfitis y que esta era una forma de compensar la falta de autoestima y de llenar un vacío en la intimidad de la persona.
Según este estudio, la selfitis podía ser clasificada en tres supuestos niveles (límite, agudo o crónico). El trastorno límite se trataría de personas que sacan selfies al menos tres veces al día, pero que no las publican en redes sociales; mientras que el nivel agudo o crónico incluiría a personas que necesitan subir selfies a las redes sociales entre 3 y 6 veces al día.
¿Podría entonces esta fiebre de los selfies indicar que algo no funciona bien en la persona? La realidad de todo esto, es que vivimos en una sociedad en la que prevalece la importancia de la imagen y la estética. Una sociedad obsesionada con la imagen de sí mismos que se proyecta hacia los demás y que lejos de tratarse de un problema psicológico o un trastorno, simplemente podría indicar un síntoma de necesidad de aceptación y en algunos casos también de una baja autoestima.
¿En cuanto al límite sano o insano de sacarse selfies? Esto sólo lo puede determinar la interferencia que esta toma de selfies suponga para las actividades diarias y la vida cotidiana de esa persona.