El país se sacude, es una época difícil. Los mexicanos están agobiados. Los daños se calculan en millones de vidas afectadas. Un millón murió en los años de pandemia. Cientos de miles, sufren sin medicinas; otras tantas decenas de miles de familias padecen la violencia y la delincuencia, que abruma a sus poblaciones y comunidades, viven en peligro y casi pecho a tierra. La carestía y la inflación carcomen sus magros ingresos. Mientras, la clase política del país está en guerra permanente por el poder, desde hace cuatro años.
Morena está inmerso en una guerra interna, tribal y de “corcholatas”. El PRI está partido, desprestigiado y secuestrado por una dirigencia tóxica. Los panistas se cuestionan sus fracasos. Además, la Alianza por México, está en suspenso. Estamos en una época de elecciones y traiciones. Simultáneamente el presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene a sus adversarios bajo ataque, polarizando al país. Aprovechando que en tierra de ciegos el tuerto es rey.
Los dirigentes priistas pelean por las ruinas, por los despojos de su partido. Alejandro Moreno se aferra a la dirigencia para usarla como herramienta de negociación y salvarse de la cárcel. Los políticos están acalambrados, el poderoso presidente juega rudo y con fuerza, él va en serio por conservar el poder.
En contraste, los priistas disidentes actúan en el marco institucional y comedido de una arena política que ya no existe, y ni siquiera pueden contra Alito Moreno. No comprenden, que ahora, los pleitos son en super libre. AMLO, ha puesto la muestra, él es el capitán de los rudos que a veces hace equipo con la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía. Otras veces, va solo y vapulea intensamente a sus adversarios desde su mañanera.
De esta forma, Alfredo del Mazo, mantiene el perfil bajo, callado, sabe que va perdiendo. Se le percibe desconcertado, aunque actualmente es el político priista con más poder formal, con sus 20 millones de gobernados y sus 300 mil millones de pesos, de presupuesto anual a su disposición. La gobernatura del Estado de México estará en juego en el 2023 y Morena, con Delfina Gómez, va adelante en las encuestas.
El país es un desastre y la clase política está en guerra, y azorada. Los ciudadanos presenciamos con morbo, y agobiados por las crisis que sacuden al país, las tribulaciones de los antes todopoderosos políticos regionales y nacionales, básicamente prianistas. Los escenarios son interesantes, veremos.