Un tribunal británico de apelaciones ha decidido este viernes permitir la extradición de Julian Assange a Estados Unidos, en contra de la decisión que adoptó en enero de este mismo año la magistrada Vanessa Baraiter. Si entonces se frenó la entrega del cofundador de Wikileaks, porque “el riesgo de que Assange se suicidara (…) era elevado”, los magistrados Ian Duncan Burnett y Timothy Holroyde han revertido esa sentencia previa, además de reprender en su escrito la actuación de la jueza Baraitser. Ante el temor por su salud mental -una excepción contemplada en la Ley de Extradición de 2003 del Reino Unido-, la jueza debería haber ofrecido al Gobierno de Estados Unidos la posibilidad de incorporar nuevas garantías de que nada malo le iba a suceder a Assange, antes de tomar su decisión. “Los procesos de extradición no se rigen por el derecho privado, sino por obligaciones establecidas en tratados solemnes”, dicen los magistrados en su sentencia. “Cuando se manifiesta oposición a una extradición sobre la base de que la persona sufrirá condiciones -en su detención, en su juicio posterior o en las instalaciones donde permanece- (…) debe poder ofrecerse al Estado solicitante la oportunidad de ofrecer garantías, y de demostrarlas”, afirma el texto.