La lechuga romana, que además por las largas hojas que abrazan su tallo y su color verde oscuro, se caracteriza por su elevado contenido en vitaminas K y B9 (folato). También en vitamina A y otros compuestos con un potente efecto antioxidante, sobre todo compuestos fenólicos como los ácidos cafeico y clorogénico. Tal es así que esta lechuga clásica, además de mejorar la salud ocular y cutánea y de potenciar el sistema inmune, es eficaz a la hora de reducir la inflamación, tal y como ha demostrado la Universidad de Virginia Occidental.
Los antioxidantes siempre serán beneficiosos en la inflamación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los alimentos crudos, en este caso la lechuga, siempre van a requerir una considerable producción de ácido clorhídrico por parte del estómago. Lo que va a provocar que a las personas que tengan problemas digestivos les cueste más digerir estos alimentos.