El cineasta, que presenta en Madrid su nuevo filme acompañado por Joaquin Phoenix, recalca que el rasgo clave de Bonaparte era “la intuición”
Llega el tan esperado Napoleón de Ridley Scott (que se estrena en España el próximo viernes) envuelto en un excitante olor acre de pólvora y polémica. El cineasta ha hecho la machada de tratar de meter la vida completa del corso en una película y claro, le ha quedado todo pelín acelerado
Ridley Scott (South Shields, 85 años), que muestra en el filme la influencia de Barry Lyndon de Kubrick (la luz de las velas, la música, el cuidado en el vestuario), está especialmente satisfecho de la interpretación de los protagonistas, Joaquin Phoenix (en el rôle titre) y Vanessa Kirby (Josefina), pese a que alguna prensa francesa los ha comparado maliciosamente con Kent y Barbie (para adultos, con algún momento tipo cruce de piernas en Atracción fatal: “Si baja la mirada verá una sorpresa que no podrá olvidar, ciudadano general”). La respuesta de Scott (británico y sir) ha sido mandar a todos los críticos, especialmente a los franceses, al diablo. “Una película no puede ser una lección de historia”, ha recalcado este mediodía en una entrevista con diario El País de España.