El saltillense Manolo Jiménez se encamina a ser el segundo gobernador que lidie con dos presidentes contrarios a su partido (PRI); en su caso, de Morena. Enrique Martínez recorrió un año con Ernesto Zedillo y cinco con Vicente Fox, los mismos que Humberto Moreira lo hizo con Fox y Felipe Calderón. Rubén Moreira tuvo la suerte de alternar con Peña Nieto la mayor parte de su administración. Miguel Riquelme, en cambio, debió padecer un lustro a Andrés Manuel López Obrador. A diferencia de sus predecesores, AMLO le apretó las clavijas a los gobernadores y, en la mayoría de los casos, liquidó sus feudos. Coahuila es el único estado donde no pudo plantar su bandera. La situación favorece al grupo en el poder, pero también lo expone, pues ha quedado a merced de la 4T.
Moreria I adoptó una actitud rijosa con Fox y Calderón para ganarse a la galería, impulsar su agenda personalista y desviar la atención de futuros escándalos, no en defensa del estado. La Procuraduría General de la República investigó al exgobernador de Coahuila por enriquecimiento ilícito durante la presidencia de Felipe Calderón, reveló el diario El País (27.04.17). Sin embargo, el expediente fue cerrado cuando Peña Nieto ganó la presidencia. AMLO, entonces líder de Morena, denunció que Moreira debía su exoneración a Calderón. El panista lo refutó, pero en los relevos presidenciales existen pactos ocultos.
La absolución del exlíder del PRI difícilmente podía haberla concedido Calderón por voluntad propia, como asegura López Obrador. Pues de no haber mediado una negociación con su sucesor, lo habría puesto entre rejas como era su deseo. Peña Nieto intervino más tarde para liberar a Moreira del penal de Soto del Real (Madrid) tras dos semanas de arresto. La policía de España había detenido al exgobernador de Coahuila el 15 de enero de 2016 por cargos de blanqueo de dinero y malversación de caudales durante su gestión (El País, 15.01.16). La prisa del entonces presidente pudo haber sido para mantener callado a Moreira por la información que tiene sobre su candidatura y su triunfo en los comicios de 2012. Peña recibió financiamiento de los gobernadores del PRI para su campaña. Complicidades del poder.
Vicente Fox se echó en brazos de los gobernadores —la mayoría del PRI— y perdió el tiempo en devaneos en vez de utilizar la alternancia como palanca para cambiar el sistema político y atacar la corrupción de raíz según lo había prometido. En el colmo del paroxismo, promovió la candidatura presidencial de su esposa Martha Sahagún y desaforó a Andrés Manuel López Obrador de la jefatura de Gobierno de Ciudad de México para impedir que participara en las elecciones de 2006, pero en vez de anularlo lo catapultó. Lastrado por una elección fraudulenta, Calderón emprendió, sin éxito, la guerra contra el narcotráfico. Tampoco pudo contener a los jefes políticos de los estados, quienes, lo mismo que a Fox, lo sometieron a sus intereses. El PAN nunca tuvo mayoría Congreso. Con Peña, la influencia de los gobernadores fue aún mayor.
Manolo Jiménez es un político formado en la arena local, lo mismo que sus predecesores inmediatos. Sin roce ni apoyos en el centro, deberá replantear la relación del Gobierno con la administración federal, marcada ahora por la confrontación. El primer año lo compartirá con el presidente López Obrador y cinco con quien se perfila para sucederle: Claudia Sheinbaum. Mantener la misma actitud le puede acarrear nuevos y acaso mayores problemas al estado. La virtual candidata de Morena seguirá las pautas del caudillo de la 4T e incluso las profundizará. Una consiste en tener a raya a los gobernadores, algo que Fox, Calderón y Peña no consiguieron.