Investigadores patentan un “hormigón fotónico” que disipa el calor, reduciendo la temperatura interior y evitando las islas de calor en las ciudades
Cualquiera puede experimentarlo, especialmente en los días de verano: sentarse en un banco de cemento o de piedra al que le ha estado dando el sol no es la mejor idea.
En el tejado del Centro de Física de Materiales (CFM, que pertenece al CSIC y a la Universidad del País Vasco), ubicado en San Sebastián, encontramos la prueba de concepto que puede cambiarlo todo: un nuevo tipo de hormigón, denominado hormigón fotónico, que no se calienta cuando se encuentra bajo la exposición solar. Los investigadores que lo han desarrollado ya comprobaron el pasado verano que este material se mantiene entre tres y cinco grados por debajo de la temperatura ambiente incluso en las horas centrales de los días más calurosos. En cambio, el hormigón tradicional puede alcanzar hasta 60-70 °C, así que la diferencia en el interior del edificio también es brutal.
la receta para que el hormigón no se caliente ni contribuya a calentar el ambiente está clara: una alta reflectividad a la radiación solar unida a una emisión infrarroja dentro de la ventana atmosférica. Pero ¿cuáles son los ingredientes para conseguirlo? Dentro del proyecto Miracle (en el que también participa la Universidad Pública de Navarra, el centro de investigación Tecnalia y otras entidades de Alemania, Bélgica, Francia e Italia), los investigadores probaron varias alternativas para los hormigones del futuro. En realidad, «no necesitamos cosas muy sofisticadas», asegura Dolado. Por eso, los materiales son similares a los del hormigón normal, salvo porque «hay que eliminar elementos nocivos y maximizar los que dan un buen comportamiento». Más importante ha resultado la manera de procesar el material. «La porosidad influye muchísimo», asegura el experto, porque parte del efecto se consigue a través del vacío, pero el tamaño de los poros tiene que ser muy concreto.