Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum envió una carta formal a Morena donde hizo un llamado a detener la acelerada putrefacción que se vive dentro del partido.
Hasta ahora, la carta se ha interpretado como un grito desesperado, un clamor público de la Presidenta para detener la decadencia de Morena que ya no controla.
Pero no, la carta es mucho más que eso.
La carta marca una nueva faceta en el liderazgo de Sheinbaum. Una en la que, por primera vez, la Presidenta cuestiona quién manda en Morena y responde colocándose a sí misma como una líder del partido. Y como la única voz, además de López Obrador, con capacidad para dictar y recordar principios.
El mensaje es claro: Luisa María Alcalde, Andy López y otros dirigentes no han logrado, o no han querido, enderezar el partido. La Presidenta se ha cansado de solo observar.
Así, en agudo contraste con la Sheinbaum de hace apenas unos meses —aquella que, en septiembre de 2024, anunció la separación estricta entre el gobierno y el partido, e incluso su intención de no dirigirse más a la militancia del partido—, la Sheinbaum actual ya no solo da recomendaciones. Por el contrario, se ha plantado como la dirigente de los dirigentes. Opinando y con ello dictando línea sobre cómo se debe operar el partido en aspectos tan finos como el tipo de campañas que pueden permitirse, quién puede o no ser candidato, cómo se les debe elegir e incluso cómo deben comportarse los militantes en su vida privada.
En clave, el mensaje incluyó advertencias para el senador Noroña, recordándole que no puede viajar en clase ejecutiva para hacer turismo político. Para Monreal, diciéndole que no puede tomar aviones privados ni convertirse en cacique de Zacatecas. Para Adán Augusto, declarando que se deben respetar las leyes electorales y no tejer acuerdos con el crimen blanco, ni de ningún tipo. Salgado Macedonio, Andrea Chávez y otros tantos también fueron indirectamente aludidos.
La carta de Sheinbaum no fue un mero manotazo. Fue un bautizo como líder principal del partido. Un reflejo de que han cambiado los tiempos y de que ahora la Presidenta está decidiendo dejar de estar enfocada en solo gobernar. Sheinbaum ha decidido empezar a hacer más política.
Quizá lo más relevante de toda la carta es que Sheinbaum parece haberla utilizado para redefinir a Morena en formas que le permitan, a la Presidenta, tener un mayor involucramiento en el partido.
En septiembre, Sheinbaum había dicho que Morena no debía caer en el uso de la burocracia gubernamental para promover sus fines. La declaración, en cierta forma, era un llamado a la separación entre partido y gobierno.
Ahora, en su misiva, el llamado es distinto. El llamado ya no es a separar al partido del gobierno, sino a alejarlo de coaliciones corporativistas como la que se dio en febrero con la CTM. El cambio en el mensaje no es menor.
La duda es si, en esta nueva fase, una en la que Sheinbaum parece querer influir más en Morena, la presidenta tendrá éxito. O si observaremos a alguno de los aludidos brincarse las trancas. En lo personal, creo que por ahora acatarán, pero no faltará quien deje de hacerlo mañana. En ese momento, la sanción será clave. Habrá más que cartas.

Viri Ríos
Política pública con datos.
Autora de @NoEsNormalLibro.
Podcast #PoliticaYOtrosDatos.
Enseño en @HarvardSummer.
Harvard Ph.D.
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