El PRI se preparó a conciencia para las elecciones del domingo próximo, las cuales pondrán a prueba su resistencia frente a la ola impetuosa de la 4T, propulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los coahuilenses decidirán con su voto si el PRI mantiene el monopolio político hasta 2029 —para completar 100 años— o instalan en el poder a otro partido. El candidato oficialista Manolo Jiménez lidera las preferencias, apuntalado por un alicaído PAN y un espectral PRD. Le siguen Ricardo «el Tigre» Mejía (PT) y Armando Guadiana (Morena). El teatro donde se librará la madre de todas las batallas ya está dispuesto. El dinosaurio basa su fortaleza en:
La gestión de Miguel Riquelme. A pesar de las limitaciones financieras impuestas por la megadeuda, cuyo servicio absorberá este año 6 mil 726 millones de pesos (más del 10% del presupuesto) y de los recortes de fondos federales, la administración no se pasmó. Mantenerse fuera del ojo del huracán le ha sumado puntos al gobernador. Riquelme es el principal activo del PRI, y su popularidad (62.6% en marzo, de acuerdo con Mitofsky), si no le allega votos a su partido, quizá tampoco se los reste. (Rubén Moreira fue un lastre en la elección pasada, pues el PRI perdió casi un cuarto de millón de votos con respecto al proceso de 2011.)
El reagrupamiento de los cuadros dirigentes. A diferencia del moreirato, en este sexenio no hubo purgas, revanchas, persecuciones ni campañas contra quienes pudieran significar una amenaza para el proyecto sucesorio. La estrategia reunió a tirios y troyanos. Todos encontraron acomodo en la administración, el Congreso y en el Tribunal Superior de Justicia.
La alianza con la derecha y los poderes fácticos, decepcionados con el PAN y adversos al presidente Andrés Manuel López Obrador y a Morena. El relato de Riquelme en el sentido de que la alternancia podría traer violencia a Coahuila, como ocurre Zacatecas, gobernado por Morena, unió a las clases medias y altas contra la 4T y en favor de la coalición PRI-PAN-PRD.
La crítica sistemática, a veces exagerada o fuera de contexto, a las políticas del Gobierno federal en temas de seguridad, salud, educación y por la falta de inversiones en obras, servicios e infraestructura. La nula defensa de los representantes de la 4T en el estado (Reyes Flores y Armando Guadiana) permitió que el presidente fuera presentado como el malo de la película. Aun así, la aprobación de AMLO en el estado es del 70.9% (Mitofsky, marzo de 2023).
El abandono del trabajo político y territorial de las oposiciones. El PAN, Morena y PRD (el PT era inexistente) dejaron el campo libre al PRI para regresar a los tiempos del carro completo en el Congreso local y recuperar las alcaldías perdidas en 2018 (Torreón, Piedras Negras, San Pedro y Parras, entre otras). El PRI obtuvo su mejor votación en las elecciones municipales de 2021, cuando rebasó las 530 mil papeletas.
El cierre de filas de la clase política tradicional. Separados por las diferencias, pero unidos por los intereses, exgobernadores y legisladores promueven el voto por Jiménez. Cámaras empresariales, contratistas y organismos de la sociedad civil comparten la tarea.
Publicado en La Opinión