Aeromar importa, la pregunta es por qué. Su tamaño es mínimo y su quiebra no implica un riesgo sistémico. Es una aerolínea que en su mejor momento llegó a tener 10 aviones (aunque terminó con dos) y cubría sólo 20 rutas. Su participación en el mercado mexicano era insignificante, 0.36% del total. En 2022 vendió apenas 388,000 boletos, menos del 2% de los que despachó Volaris, que es el líder.
Con el cierre de la empresa, pierden su empleo 700 trabajadores. Importa el número, pero sobre todo la dimensión humana: ¿qué pasará con ellos? ¿cuánto tardarán en conseguir un empleo? ¿cómo pagarán las colegiaturas de sus hijos, las deudas de las tarjetas de crédito, las cuentas del super o la farmacia…?
Aeromar es la segunda aerolínea que quiebra en este sexenio, después de Interjet. Desde el año 2000, han quebrado 15 aerolíneas. La más importante de ellas, Mexicana de Aviación que se hundió hace casi 15 años y todavía se nota su ausencia. En este siglo, ha quebrado una aerolínea cada 17 meses. Han desaparecido empresas chicas, medianas y grandes. Con gobiernos panistas, priistas y morenistas.
México es una potencia turística que tiene alas de barro, si me perdonan la triste metáfora. Estamos entre los 10 principales receptores de turistas, pero estamos lejos de ser una potencia aérea. Entre todas las aerolíneas mexicanas tienen 358 aviones. En primer lugar está Grupo Aeroméxico con 144 aeronaves y en segundo lugar, Volaris, que tiene 114. Para poner estas cifras en perspectiva, una sola de las grandes aerolíneas de Estados Unidos tiene más de 1,000 aviones. Air India anunció esta semana la compra de 470 aeronaves, en lo que es la adquisición más grande de la historia.