Durante décadas, Pelosi se ha dedicado a mostrar su apoyo a los movimientos democráticos asediados. Entre ellas, un viaje en 1991 a la plaza de Tiananmen, donde ella y otros legisladores desplegaron una pequeña pancarta de apoyo a la democracia, mientras los ceñudos agentes de seguridad chinos intentaban cerrarles el paso. Dos años antes, las fuerzas chinas habían aplastado un movimiento democrático en el mismo lugar.
La portavoz enmarca su viaje a Taiwán como parte de una misión más amplia en un momento en el que «el mundo se enfrenta a una elección entre autocracia y democracia». En primavera encabezó una delegación del Congreso a la capital ucraniana, Kiev, y su último esfuerzo sirve de colofón a sus años de promoción de la democracia en el extranjero.
«Debemos apoyar a Taiwán», dijo en un artículo de opinión publicado por The Washington Post a su llegada a Taiwán. Citó el compromiso que Estados Unidos adquirió con un Taiwán democrático en virtud de una ley de 1979.
«Es esencial que Estados Unidos y nuestros aliados dejen claro que nunca cedemos ante los autócratas», escribió.