Los expertos repiten el mensaje con frecuencia: el ejercicio físico regular es uno de los grandes aliados de la salud cardiovascular. A través de él protegemos nuestro corazón, y al mismo tiempo combatimos uno de los principales enemigos de la salud: el sedentarismo. Pero, ¿por qué la inactividad física resulta tan nociva para el organismo?
La respuesta es que perjudica gravemente nuestro estado de salud. Como explica Araceli Boraita, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española Cardiología (SEC), en el programa A su salud, “se ha demostrado que el sedentarismo es un factor de riesgo cardiovascular con tanto peso específico como el tabaquismo, la dislipemia o la hipercolesterolemia. Cuando una persona se vuelve sedentaria, acumula enfermedad cardiovascular en forma de aterosclerosis generalizada, es decir, no solamente a nivel de las arterias coronarias sino también a nivel de los vasos arteriales de todo el organismo”.
Esa aterosclerosis puede acabar produciendo un infarto de miocardio o un ictus, y la forma de combatirla es moverse haciendo ejercicio físico de forma regular a lo largo del día. En cuanto a qué tipo de ejercicio físico hacer, si aeróbico o de fuerza, los expertos aconsejan ambos, ya que con el primero se logra que las arterias se mantengan más elásticas, se distiendan mejor y se prevenga la aterosclerosis, mientras que el ejercicio de fuerza es igualmente importante porque actúa también sobre los factores de riesgo.
“Si yo hago un entrenamiento de fuerza, tengo más músculo y ejercito más esos músculos, voy a consumir más glucosa y más grasas, por lo que voy a disminuir tanto la diabetes como la dislipemia o la alteración del metabolismo de los lípidos y voy a combatir la hipertensión. Por tanto, actúo sobre los factores de riesgo. Por eso, hacer músculo es necesario, y hoy día no entendemos que se haga solo ejercicio aeróbico”, indica Boraita.