El sueño de igualdad ante la ley, la justicia pronta y expedita y la honestidad judicial en su ejercicio, nos fue inculcado por años tanto en la escuela preparatoria como en la bendita facultad de jurisprudencia de la antigua UAC.
Digo un sueño porque a pesar de los grandes juristas que impartían e impartieron cátedra en esa facultad, su esfuerzo no les era suficiente para remediar las cosas, ante los embates del poder económico y político, que en ciertas circunstancias torcían a los jueces y tornaban a la administración de justicia en una feria de los billetes y las propiedades.
Hoy, el poder judicial de Coahuila atraviesa por una de la más impresionante crisis de valores y aunado a ello en un ambiente de dejadez y modorra administrativa que conlleva a la decepción y el desprestigio.
La conformación de su cuerpo de magistrados ha venido obedeciendo a las indicaciones políticas, que pagan los favores recibidos en nominaciones y luego en la cobertura de las trapacerías de sus padrinos.
Como en ninguna época se ha visto la falta de experiencia evidente por parte de varios de sus flamantes magistrados y el atropello al prestigio del poder autónomo que debería impartir justicia y contribuir a la seguridad legal.
Los hay desde mapaches electorales, pasando por funcionarios administrativos, litigantes de elecciones perdidas y amigos entrañables de los últimos gobernadores, que endilgaron la herencia nefasta del aguante por 15 años de sus ahijados y la consecuente desfortuna de los asuntos en litigio.
En eso están los flamantes magistrados, mientras los asuntos en los juzgados duermen el sueño de los justos y se debaten en los largos tiempos para el trámite y la resolución.
¿Sabía usted que, para radicar una demanda en un juzgado en Saltillo, el tiempo es de dos semanas? En efecto, se apersona en el centro de justicia en la ventanilla burocrática correspondiente y deposita la demanda y sin copia de recibido, le informan que deberá regresar en 6 días hábiles por su acuse, posteriormente envían el legajo al juzgado correspondiente y deberá esperar al menos 6 a 8 días hábiles para que lo radiquen y empiece el juicio. Ya se imaginará el proceso tortuoso de las notificaciones, los plazos y las audiencias, si bien le va un juicio sencillo se llevará de 6 a 8 meses para su resolución en primera instancia y ese es el modelo de justicia pronta y expedita del magistrado Mery.
El poder judicial de Coahuila cuenta con 27 juzgados de distintas materias,19 centros de diversas especialidades y un total de 298 empleados administrativos,1309 empleados jurisdiccionales y 401 no jurisdiccionales, para un total de :1999 trabajadores.
El presupuesto anual promedio es de: 1,014 millones de pesos entre los cuales se paga el 70% en sueldos y remuneraciones quedando 300 millones de pesos que se gastan en papelería, artículos de oficina y 119 millones de pesos en “transferencias y ayudas”, siendo este rubro no transparentado.
El poder judicial además tiene ingresos propios de pago de derechos y aprovechamientos siendo que en el ultimo trimestre de 2023 se recabaron 70 millones de pesos, según el informe estadístico más reciente.
El lamento que se escuchaba en los años 70 a 90 del pasado siglo eran los bajos sueldos a los jueces y magistrados, que tenían que completar sus gastos impartiendo cátedra, ya no se percibe y es que, aunque no ostentosos, los salarios de jueces y magistrados son remunerativos y alcanzan, aunque no para algunos “lujitos” de conocidos funcionarios que se ven seguido en los restaurantes caros de Saltillo y Monterrey. ¿Entonces porque el retraso en los asuntos ?.
Con nuevos edificios, ampliación de jurisdicciones y materias como el de las adicciones y suficiente presupuesto, la administración de Mery no es suficiente para llevar a los ciudadanos del estado a una justicia puntual y oportuna y es una cuestión de falta de entrega y ausencia de vocación.
Difícilmente podríamos estar orgullosos de un poder que sigue rindiendo pleitesías y obedeciendo consignas y pensar que aun quedan varios años para librar monsergas, recordad que juez sin conciencia, mala sentencia. Olvidarse de la justicia que en este pueblo escasea.