Estos son tiempos de cólera, en los que ya no se distingue entre los malos y los peores. Las decisiones de los gobernantes, y el desinterés de los mexicanos, ya nos han arruinado muchas veces. Es cierto, que será muy difícil vencer al obradorismo; también, veremos que será casi imposible que el presidente cumpla con las leyes electorales. Será arduo salvar al INE de los ataques del palacio nacional. Será extremadamente complicado salvar a la democracia mexicana. Andrés Manuel, es un tipo de cuidado. Además, en un juego por el poder los escrúpulos salen sobrando.
Destruir al sistema democrático del país, es el paso más importante para gobernar sin contrapesos. El gobierno de un solo hombre avanza, actualmente, intentando pulverizar a las instituciones. Al mismo tiempo, lleva todo su sexenio debilitando a la opinión pública y a los medios de comunicación que no le son afines. Así, con la demagogia como herramienta y el reparto de dinero de los programas sociales, como complemento, el presidente López Obrador, se prepara para el 2024.
En las últimas semanas su audaz movimiento de adelantar los tiempos preelectorales, y enviar a sus corcholatas a campañas por el país, ha perdido visibilidad e impulso. En contraste, la irrupción de Xóchitl Gálvez generó reacciones espontáneas y explosivas de apoyo en diversos sectores de la población, sobre todo, con los disgustados con el tabasqueño. También, generó contrastes y reveló las dimensiones reales de sus precandidatos; su escaso carisma y su penetración limitada; les falta frescura y parecen políticos, extraídos del Prianprd.
A estas alturas de la contienda, será difícil para las encuestadoras acertar en sus estimaciones, la gente está renuente a responderles y cuando lo hace, les miente. Reapareció el voto oculto y los temores a ser despojados de los programas sociales del gobierno morenista que abarcan a más de 25 millones de hogares. Los resultados en el Edomex y en Coahuila, en meses pasados, lo mostraron.
López Obrador podría dejar a la Cuarta Transformación trunca. No pudo construir un nuevo régimen, no pudo cambiar la constitución. Los clasemedieros ya no le dieron los votos suficientes. En las elecciones federales Morena y aliados perdieron 10 millones de votos. Sin embargo, él insistirá hasta el final para sostener a su partido en la presidencia.
Deteriorado el magnetismo del Andrés Manuel del 2018, e identificados los obstáculos, el reto de AMLO es transformar a sus beneficiarios en acarreables y que sus servidores de la nación se conviertan en diestros operadores político, al estilo viejo PRI, ahora que dominan 23 entidades federativas.
De esta forma, los resultados electorales del 2021 y 2023, sumados a la irrupción de Xóchitl Gálvez, a la escena política de primer nivel, han puesto furioso al presidente. Reacciona con ataques personales a la senadora hidalguense, le disputan que si es indígena, que si era pobre, que si vendía gelatinas y finalmente, la acusan de ser una multimillonaria corrupta. Que hizo sus millones con contratos con el gobierno.
Las cartas están echadas. Xóchitl le rompe la narrativa a AMLO, con su historia de vida. Claudia Sheinbaum tomaba clases de ballet mientras Gálvez vendía gelatinas en un pueblito. Entonces, les urge meterla en el grupo de élites malas contra el pueblo bueno. Así vamos. Las cosas están interesantes. Veremos.