Es curioso observar cómo, a menudo, individuos transitan senderos que, con una mirada objetiva, se antojan desprovistos de destino. Impulsados por la inercia, la costumbre o, peor aún, por la manipulación de figuras con supuesta autoridad, se desvían de sus propias aspiraciones. Estas sendas erróneas, sembradas de espejismos y promesas vacías, inevitablemente culminan en la frustración de metas y la erosión de los objetivos personales.
En el PAN Coahuila esto es una constante, los viejos políticos siguen haciendo de las suyas y negociando con sus partes opositoras en busca del «bien» para el partido. La verdad es que personajes como Saro, Bernardo, Doña Esther, Torres Cofiño, Orta Canales por nombrar solo a algunos buscan más su beneficio personal y reflectores de humo, que el beneficio del PAN mismo; olvidando por completo que existen unas principios de doctrina que dieron paso a la fundación de «su partido»
En este entramado, resulta preocupante cómo estos personajes, amparados en una posición de poder, explotan la vulnerabilidad ajena para perpetuarse en el escenario político o para cumplir superficialmente con exigencias como las cuotas de género. Utilizan a individuos como meros peones en su juego estratégico, sembrando una dependencia que perpetúa su control.
La conciencia de esta dinámica es el primer paso para romper el ciclo. Desafiar las falsas promesas y buscar senderos auténticos, aunque más arduos, es la única vía para alcanzar metas genuinas y construir un futuro propio, lejos de la sombra de manipuladores sin escrúpulos.