El maquillaje mediático de Xóchitl Gálvez se ha empezado a cuartear. La candidata del Frente Amplio (PRI-PAN-PRD) no ha articulado todavía un discurso como el que catapultó a Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos. La retórica y el carisma del entonces senador por Illinois le dieron un vuelco a la convención del Partido Demócrata de 2004. Ocho años después, Obama despachaba en la Casa Blanca (ninguna candidatura presidencial se improvisa). La senadora panista luce perdida y ha empezado a andar en círculos. La sombra de la partidocracia y de sus líderes vampiros se cierne sobre esta mujer de lenguaje florido cual pájaro de mal agüero.
Para legiones de mexicanos insatisfechos con la 4T y agraviados por el presidente Andrés Manuel López Obrador (y otros, por qué no, manipulados y atemorizados a través de las redes sociales y los medios de comunicación), Gálvez representa la única esperanza y se agarran a ella como a un clavo ardiendo. Las corporaciones, los partidos y los mass media capitalizan el enfado ciudadano para tratar de revertir cambios que han afectado sus intereses y separado el poder económico del político. Como ariete escogieron a una mujer resuelta y talentosa, pero sin estructura, plan ni sustancia. Gane o pierda, los membretes que la postulan sacarán ventaja de su buena fe.
La sonrisa de Gálvez se empieza a congelar, su discurso es hueco y los tópicos la desgastan. Candidata improvisada, no tuvo tiempo para formar cuadros nuevos, competentes y leales a ella. Alejandro Moreno (PRI), Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD) la han convertido en su rehén y le impiden respirar. Las disputas con López Obrador las celebran sus seguidores y los detractores de la 4T, pero no hacen mella en el presidente; al contrario, lo fortalecen con sus bases. La situación preocupa a quienes esperan propuestas serias y no anécdotas ni chabacanerías. Los desplantes de la aspirante frentista se interpretan como signos de debilidad.
El periodista Jesús Silva-Herzog Márquez advierte en el discurso de Gálvez dos elementos de sensatez elemental: «El país no necesita doctrinas, sino soluciones. El país está cansado de la política de la enemistad». Sin embargo, «no puede seguir pedaleando a solas. (…) Necesita asesoría en todos los asuntos a los que no ha dedicado atención suficiente, necesita una vocería eficaz que replique el mensaje. La coalición opositora sigue viéndose frágil y la candidatura cruda» (“Candidata y partidos”, Reforma, 04.09.23).
Gálvez se sacó la rifa del tigre. Luego de su nominación declaró a la periodista Denise Maerker, para el programa “Atando cabos” de Radio Fórmula, que la vida le cambió en dos meses y que debía estudiar para, eventualmente, desempeñar la presidencia. Silva-Herzog le corrige la plana: «Lo que la candidata tiene por delante no es un examen profesional sino una elección y, tal vez, un Gobierno. No le corresponde quemarse las pestañas con el atlas de la circunstancia mexicana. Lo que debe hacer en convocar inteligencias con prestigio y dar cuenta que la política que hace falta en México no es la de un iluminado que todo lo sabe, sino de la coordinadora que incorpora y canaliza lo mejor».
Los ojos de gran parte del país están puestos en Gálvez, quien, para refutar la extendida idea según la cual su postulación es producto de negociaciones cupulares para reinstalar al PRIAN en la presidencia de la república, debe tomar el mando, ya. El frente opositor y sus padrinos deben liberarla; de lo contrario, le darán un tiro en la sien y la decepción suplirá a la euforia. Los meses por venir serán cruciales.