«Las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto a medida que sabes cómo están hechas». El aforismo del poeta estadounidense John Godfrey Saxe (1816-1887) viene como anillo al convenio de coalición entre el PRI y el PAN para las elecciones de gobernador y diputados locales de 2023. Desvelar el contenido del acuerdo escandalizó a los círculos políticos del país y del estado como si este tipo enjuagues de fueran la excepción y no la regla. La reclamación del líder panista Marko Cortés por el supuesto incumplimiento de Manolo Jiménez con respecto a los cargos y candidaturas negociados dista de ser un desliz o un mero desahogo. Las cúpulas partidistas mueven sus fichas en el contexto de un proceso electoral en el cual los dados ya están tirados.
Cortés lidera la segunda fuerza política del país y la precandidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez, militante del PAN, no oculta su incomodidad por tener de socio al PRI, y en especial a su dirigente Alejandro Moreno. El caso Coahuila no fracturará la alianza nacional PRI- PAN-PRD, pero la debilita aún más frente al oficialismo. Claudia Sheinbaum, abanderada de la 4T, cerró su precampaña con una intención de voto del 52% contra el 30% de Gálvez. El gobernador Jiménez afrontó solo la andanada de Cortés. El argumento para no ceder al PAN mayores posiciones es la escasa votación aportada por sus siglas: 6%, 14 puntos por debajo de los comprometidos. El documento ventilado por Cortés (sin fecha ni otras formalidades) no menciona un porcentaje determinado, pero se infiere por la coincidencia de las candidaturas y los puestos pactados (20%).
La polémica afecta al PRI y al PAN por igual y empuja al Gobierno al ojo del huracán mediático en la luna de miel de los 100 días. Uno de los efectos inmediatos es que alteró la composición del frente oficialista para las elecciones de alcaldes del 2 de junio; no así para las presidenciales. El PRI reemplazó al PAN con una organización habituada a negociar por encima de lo que en realidad merece y representa: Unidad Democrática de Coahuila (UDC). El heredero y líder del membrete, Evaristo Lenin Pérez Rivera, ofreció como candidato a gobernador terminar con la hegemonía del PRI; hoy es su aliado junto con el fantasmagórico PRD. UDC captó el año pasado el 3.1 % de la votación y el partido del sol azteca, el 2.1%.
La nueva coalición mueve el tablero político, pues UDC disputará las candidaturas para las alcaldías de Acuña (su baluarte) y otros municipios; y para su líder, una diputación federal. Si las consigue, varios priistas serán sacrificados. La ruptura con el PAN se podría salvar con otro tipo de arreglos (coaliciones de facto), pero mientras no exista una definición clara al respecto, la alianza de Morena y el PT en la mayoría de los municipios aumentará la presión. El PRI captó en los comicios para gobernador el 46.4% de los votos, Morena el 21.3 y el PT el 13.3 (34.6% en total). Sin embargo, juntos representan un riesgo para el PRI.
En el forcejeo entre el Gobierno del estado y la cúpula del PAN intervienen intereses y fuerzas vinculados con la sucesión presidencial y el control político local. Su estrategia consiste en atizar el fuego. Frente a la posibilidad de que Morena retenga la mayoría en el Congreso y en la Cámara Alta, la pugna electoral será enconada. Esto podría ocasionar rompimientos y derrotas en el PRI. En un escenario así, el partido de la 4T sería el principal beneficiario por tres razones: 1) el voto en cascada por el efecto Sheinbaum; 2) el enfrentamiento Cortés-Jiménez; y 3) la coalición Morena-PT.