Los gobernadores del país lidiarán por primera vez con una mujer en la presidencia. El grupo de Morena tiene la doble ventaja de ser mayoría (24, de los cuales 13 son hombres y 11 mujeres) y de militar en el partido de Claudia Sheinbaum. La alternancia de género en el poder plantea una nueva relación de los ejecutivos locales con la jefa de Estado y de Gobierno. No solo por su condición femenina, sino porque será una presidenta poderosa y, a partir del 1 de octubre, una de las 16 mujeres que dirigen sus países. Contar con mayoría calificada en el Congreso y estar a dos escaños de conseguirla en el Senado le permitirá avanzar su agenda por vías más anchurosas.
El fracaso aplastante del 2 de junio llevó al PRI a una crisis terminal. El PAN navega a la deriva y el PRD perdió el registro por falta de votos. Movimiento Ciudadano representa hoy a la oposición, pues el Partido Verde, tercera fuerza política nacional, es aliado de Morena junto con el PT. En estas condiciones, Claudia Sheinbaum podrá ampliar y profundizar las bases del movimiento político construido por Andrés Manuel López Obrador en el último cuarto de siglo. El periodo comprende cuatro campañas y doce años de ejercer el poder, primero como jefe de Gobierno de Ciudad de México y luego como presidente. El antecedente en América Latina es el Partido Justicialista de Argentina fundado por Juan Domingo Perón en 1946. Desde entonces ha ganado la presidencia más veces que ninguna otra organización.
Por segundo sexenio consecutivo, los gobernadores deberán tratar con mujeres en las secretarías estratégicas del gabinete: Rosa Icela Rodríguez (Gobernación), Ariadna Montiel (Bienestar) y Raquel Buenrostro (Función Pública). Sheinbaum designó en Seguridad Pública a un experto, Omar García Harfuch, para atender una de las tareas inconclusas de López Obrador. El tema lo han politizado algunos mandatarios estatales para culpar al Gobierno federal de la violencia o atribuirse el mérito de la paz, según el caso. Los gobernadores de Morena, quienes demostraron dominio territorial en las elecciones del 2 de junio, le darán a Sheinbaum mayor fuerza.
La mayoría en el Congreso le permitirá a la presidenta controlar el presupuesto y vigilar a los gobernadores, sobre todo a los del PAN, PRI y MC. Sheinbaum ha declarado que no impulsará una reforma fiscal, como tampoco lo hizo AMLO. La permanencia de Rogelio Ramírez de la O en Hacienda es un seguro para la inversión nacional y extranjera. Sin el gasto destinado a los proyectos prioritarios de López Obrador (Aeropuerto Felipe Ángeles, Tren Maya, Refinería de Dos Bocas y Tren Interoceánico), la próxima administración dispondrá de recursos para desarrollar nueva infraestructura en los estados del norte y del centro.
Lo anterior representa un aliciente para los gobernadores, en especial para los de Morena. Sin fuerza para organizar un bloque como la Alianza Federalista, los ejecutivos emanados del PAN, PRI y MC deberán competir por mayor inversión y presupuesto federales. Solo así podrán atender las demandas de obras de mayor calado y de servicios. La escasez de agua en las grandes ciudades generará conflictos en el corto plazo. El camino más viable es la negociación directa con el Gobierno de Sheinbaum, máxime cuando la coalición política y legislativa del PAN y el PRI llegó a su fin tras el desastre electoral de junio.