Los países reunidos en Nueva York acuerdan la redacción de un tratado que abre la puerta a la protección de la biodiversidad
Tras 15 años de conversaciones formales e informales y varios fracasos, la conferencia intergubernamental de la ONU que tenía el encargo de sacar adelante un tratado de protección de la biodiversidad marina para las aguas internacionales ha logrado cerrar un acuerdo este domingo. Con este paso, los representantes de los países, sientan las bases para la creación de áreas protegidas en las aguas que no pertenecen a ningún país, una asignatura pendiente de la legislación medioambiental internacional desde hace décadas. Ese es uno de los puntos fundamentales del tratado acordado, cuya versión final tendrá que ser validada por los negociadores, que luego deberá ser ratificado por los casi 200 países que participan en este tipo de conversaciones en Naciones Unidas.
Pero el tratado supone ya un importante paso adelante al establecer la forma en la que los países deberán presentar sus propuestas para la declaración de estas reservas marinas internacionales y los planes de gestión. Luego, los miembros que estén dentro del acuerdo, que se reunirán periódicamente, deberán aprobar esas propuestas de áreas protegidas. Además, el pacto también establece pautas para que las actividades que se desarrollen en alta mar cuenten con evaluaciones de su impacto ambiental. Y aborda el reparto de los beneficios de los recursos genéticos marinos futuros, uno de los puntos que ha resultado más difícil de acordar en los últimos años.
Cuando se habla de alta mar o de aguas internacionales se hace referencia a los espacios marinos que no están incluidos en las zonas económicas exclusivas de los países, es decir, los que van más allá de las 200 millas desde la costa que controlan los Estados. Aunque existen normas y entes sectoriales para regular algunos aspectos, como el tráfico marítimo o la pesca, no hay ningún instrumento internacional centrado en la protección de la biodiversidad marina.
Sin un tratado fuerte y ambicioso es prácticamente imposible cumplir el objetivo de proteger el 30% de los océanos y la tierra antes de 2030 (el conocido como objetivo 30×30). Esa fue la histórica meta que los países acordaron el pasado diciembre en la Cumbre de la Biodiversidad en Montreal. “Este acuerdo creará un enfoque coordinado para establecer áreas marinas protegidas en alta mar que serán fundamentales para cumplir con nuestro objetivo compartido de conservar o proteger al menos el 30% del océano mundial para 2030″, remachaba el viernes en una conferencia de prensa telemática Monica Medina, subsecretaria de Estado para Océanos y Asuntos Ambientales de EE UU. “La biodiversidad está disminuyendo a un ritmo catastrófico”, alertaba.
Los mares no son ajenos a amenazas como el cambio climático, la sobrepesca, la incipiente minería en los fondos marinos y otros peligros medioambientales. De ahí, la necesidad de contar con un instrumento que permita proteger las aguas que no son de nadie porque son de todos.