El país nórdico alcanza un hito en movilidad sostenible con políticas pioneras e infraestructura robusta.
Desde el 1 de enero, Noruega se convirtió en el primer país europeo en prohibir la venta de vehículos nuevos a gasolina y diésel, adelantándose a su objetivo de 2025. En 2024, el 94% de los automóviles nuevos matriculados fueron eléctricos, consolidando al país como líder en la transición hacia una movilidad sostenible. Este logro es resultado de políticas ambientales que incentivaron el uso de vehículos eléctricos (VE) en lugar de penalizar los de combustión.
La infraestructura de carga ha sido clave en este avance. Noruega cuenta con estaciones desde las ciudades hasta las regiones más remotas, lo que permite recorrer largas distancias sin preocuparse por la autonomía. Tesla celebró en 2024 la instalación de su supercargador número 2000, mientras que la estación de Nebbenes, al norte de Oslo, es la más grande de Europa, con 44 cargadores.
El modelo noruego eliminó impuestos como el IVA y los de matriculación para los VE, además de otorgar beneficios como acceso a carriles exclusivos, exención de peajes y estacionamiento gratuito. Esto hizo que los eléctricos fueran una opción económica y práctica. En Oslo, más del 40% de los vehículos son eléctricos, y su uso se refleja incluso en la familia real, que ya utiliza limusinas eléctricas.
A pesar de su liderazgo, Noruega enfrenta desafíos. Las bajas temperaturas reducen la eficiencia de las baterías y ralentizan la carga. Además, el gobierno ha comenzado a gravar los vehículos eléctricos más costosos para equilibrar las finanzas públicas y fomentar alternativas aún más sostenibles, como caminar o usar transporte público.
Noruega demuestra que es posible liderar la transición hacia una movilidad limpia, incluso siendo uno de los mayores productores de petróleo y gas del mundo.