Mientras los partidos, los candidatos presidenciales y la «comentocracia» se desgañitan y acaloran, y las autoridades se lavan las manos, el país sigue su ritmo con los problemas de siempre. El alud de mensajes políticos repetidos hasta la náusea en los medios de comunicación y las noticias falsas esparcidas a través de las redes sociales generan confusión, enfado, y siembran temor. Las campañas electorales llevan apenas unas semanas y la sociedad ya quieren que acaben, pues están plagadas de sonrisas falsas, promesas irrealizables y mentiras solapadas. La frase de Abraham Lincoln según la cual «Nadie tiene la memoria suficiente para mentir siempre con éxito», cae como anillo al dedo. La candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, es un remedo de AMLO, acusan sus detractores. En ese caso, Xóchitl Gálvez, del frente PAN-PRI-PRD, sería el duplicado populista del presidente, pues, con tal de granjearse el voto popular, ofrece reforzar los programas sociales de la 4T con más dinero.
La guerra sucia se acompaña de una confrontación de encuestas. Las hay para todos los gustos. Cada bandería muestra las propicias y minimiza o desmiente las opuestas, sobre todo cuando la ventaja parece irremontable. A la demoscopia y a la democracia se les aplica la misma regla: son válidas si el abanderado de «mi» partido gana; pero si pierde, entonces las elecciones y las pesquisas son fraudulentas. Asustar con el petate de la «narcoelección» busca deslegitimar un resultado que las encuestas empiezan dan por sentado: el triunfo de Claudia Sheinbaum. Empero, si los comicios los llegara a ganar Xóchilt Gálvez, serían «legítimos».
La violencia política ha aumentado, pero no siempre por razones electorales. Una de las causas que explica, mas en ningún caso justifica, el elevado número de víctimas de todos las siglas (23 hasta el 6 de marzo), es el tamaño de las elecciones. Antes se disperaban para dar ventaja al partido gobernante, pero ahora son concurrentes. En los comicios del 2 de junio se nombrarán arriba de 20 mil cargos, entre presidente, senadores, diputados, gobernadores, alcaldes, síndicos y regidores. Es el proceso más grande realizado por ahora y en el que más ciudadanos podrán participar (99 millones), de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE).
Coahuila no escapa de esa situación. En 2018 el candidato del PRI a diputado federal por Piedras Negras, Fernando Purón, recibió un tiro mortal al salir de un debate. Su muerte frustró un proyecto político de mayor alcance en el estado. Sin embargo, el crimen que más ha sacudido al país fue el del aspirante presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, ocurrido en 1994. El atentado puso de relieve la descomposición del país, los desacuerdos en las cúpulas del poder, la influencia del crimen organizado y la complicidad del Gobierno con las mafias.
El discurso de odio no proviene de un solo lado. En esta, como en las elecciones anteriores, existen demasiados intereses en juego, no todos lícitos ni en favor de México. Recurrir al engaño e incitar a la violencia en busca de votos es un acto suicida y deleznable. Los agentes políticos necesitan sosegarse, pues de lo contrario serán ellos quienes incendien el país. La democracia tardó en llegar y costó incontables vidas, muchas de ellas inocentes, como para tirarla por la borda. Toca a los ciudadanos dar ejemplo de cordura, votar por la opción presidencial de su preferencia y defender el sufragio, uno de los igualadores por antonomasia, sobre todo en sociedades dispares como la nuestra.