Cada cierto tiempo se populariza un alimento exótico que dice ser muy beneficioso, pero en realidad no necesitamos más de los que ya conocemos.
«Incluye quinoa en tu desayuno». «Pásate a la sal rosa del Himalaya». «Acaba con el colesterol con las semillas de chía». Es probable que hayamos escuchado estas y otras recomendaciones similares en los últimos tiempos. Pero ¿hay que darles crédito?
En ocasiones nos parece que un alimento exótico es, por su novedad, automáticamente mejor que cualquier otro que hayamos consumido tradicionalmente. Sobre todo si se acompaña de historias que nos hablan de tradiciones milenarias de consumo por parte de otras civilizaciones.
Sin embargo, la realidad es que estos alimentos son más humildes de lo que creemos. El aparentemente novedoso kale, del que todo el mundo habla, no es más que col rizada, una verdura tan recomendable como cualquier otra pero conocida tradicionalmente en Escocia como la espinaca de los pobres.
No solo le ocurre al kale. En general, desde el punto de vista nutricional, todos los alimentos exóticos de moda suelen ser equivalentes a otros que llevamos siglos consumiendo. Incluso en ocasiones pueden ser menos beneficiosos o hasta perjudiciales para salud.