La reelección consecutiva de diputados y senadores resultó de una concesión del presidente Enrique Peña Nieto a la partidocracia firmante del Pacto por México (PRI-PAN-PRD). El país «vivía una aguda parálisis legislativa en la que se dejaron de aprobar reformas importantes para elevar la calidad de las familias mexicanas (…). Entre todos colocamos los cimientos para transformar a México», declaró el 31 de enero de 2014 en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, donde promulgó la reforma política. El líder priista César Camacho recurrió a la desmesura: «(…) es el cambio de régimen y de Gobierno más importante». Su homólogo panista Gustavo Madero prefirió arrastrarse: «(…) en ninguna época de México un presidente (…) había logrado contar con tanta disposición y colaboración de la oposición como (…) Enrique Peña Nieto».
La reforma de 2014 dejó en manos de los congresos locales el nombramiento de diputados y alcaldes por varios periodos inmediatos. La reelección devino negocio lucrativo para las cúpulas partidistas y espacio para la impunidad. El fuero protege a exgobernadores acusados de corrupción y otros delitos como el actual líder del PRI, Alejandro Moreno, quien será senador plurinominal. Rubén Moreira, el número dos del CEN priista, denunciado junto con su hermano Humberto ante la Corte Penal Internacional de crímenes de lesa humanidad por las masacres de Allende y Piedras Negras, será diputado federal por tercera ocasión. El clan que gobernó Coahuila por 12 años no ha sido investigado por la deuda de 40 mil millones de pesos cuyo destino se ignora.
Manlio Fabio Beltrones, exgobernador de Sonora, exlíder del PRI y otra de las figuras políticas más cuestionadas, volverá al Senado. Su participación en los episodios posteriores al asesinato de Luis Donaldo Colosio, por encargo del presidente Carlos Salinas de Gortari, está cubierta de sombras. Marko Cortés, dirigente del PAN, también se autoasignó, como Moreno y Jesús Zambrano (PRD), un escaño en la Cámara Alta. Dante Delgado, jerarca de Movimiento Ciudadano, tuvo al menos el cuidado de figurar como suplente de la fórmula senatorial encabezada por Luis Donaldo Colosio hijo, quien se salvó de la derrota en el último minuto.
Los partidos derrotados el 2 de junio —el PRD perdió su registro— tiraron por la borda la oportunidad de postular perfiles ciudadanos para la presidencia, los congresos federal y locales, las gubernaturas y las alcaldías. El bloque opositor prometió abrirse a las expresiones civiles, pero al final la vieja partidocracia volvió a imponer sus intereses: se encapsuló y recurrió al engaño. La ciudadanía, sin embargo, dejó de comulgar con ruedas de molino. Con su voto e inasistencia a las urnas (el abstencionismo rondó el 49%) dejó el camino franco a Morena para hacerse con todo el poder.
Para combatir el enchufismo en el Congreso, la presidenta electa Claudia Sheinbaum promoverá una reforma que reincorpore a la Constitución general y a las estatales la proclama maderista de la «no reelección». Empezará con los diputados federales, locales y senadores. La de alcaldes podría permanecer, pero con una auténtica participación de la ciudadanía, sin la influencia de las jerarquías partidistas. El propósito es que los electores decidan si un presidente municipal, de acuerdo con su desempeño, merece o no ser reelecto, pues un solo periodo es insuficiente para desarrollar los planes de Gobierno.