El que fuera uno de los maestros del Grupo Afal y figura imprescindible del reportaje gráfico fallece en Madrid a los 93 años después de más de dos décadas alejado de las cámaras
Una tarde en Madrid, Carlos Pérez Siquier observaba a Ramón Masats, que paseaba por una exposición/homenaje a la revista Afal (1956-1962), y dijo: «Miro a Ramón y tengo la certeza de que somos ya los últimos Rolling Stone de la fotografía de aquellos años».
Pérez Siquier falleció en 2021. Ya sólo quedaba Masats de aquella fabulosa banda de fotógrafos españoles que amplificaron las fronteras del arte y dieron impulso, cobijo y senda a una manera insólita (hasta entonces) de mirar, de retratar. Este lunes Ramón Masats ha muerto en Madrid a los 93 años después de más de dos décadas alejado de las cámaras.
Los otros eran Francesc Catalá Roca, Oriol Maspons, Ricardo Terré, Gabriel Cualladó, Xavier Miserachs, Joan Colom, Paco Gómez, Leopoldo Pomés, Francisco Ontañón… España fue su estudio, la realidad española del franquismo, los usos y costumbres del campo y la ciudad; también los cambios sociológicos de un país entre la grisalla y la descompensación.
Establecieron una segunda vanguardia gráfica en un país donde los 600, la nevera y los Planes de Desarrollo dejaban atrás el aceite de ricino y el piojo verde. Un terruño de curas con sotana, de barrios paupérrimos, de primeras ráfagas yeyés, de procesiones y campamentos de la OJE. De aquel escenario descompensado hicieron memoria en vivo estos hombres con una cámara como cerbatana. Y Masats, entre ellos, fue quizá el de vuelo más alto. Un hurón de escenas. Un cazador iluminado.
La historia de la fotografía tiene grabado en su dintel el nombre de este hombre con bigote de ballenero. Nació en Caldes de Montbui (Barcelona) en 1931, donde su padre regentaba un colmado de bacalao, y ha fallecido en Madrid a los 92 años. La primera cámara, marca Retina, la compró en los años 50 con el dinero que ahorraba de los guateques y una parte adicional que le sisaba a su padre en la tienda. En 1957 se instaló en Madrid para colaborar con la revista Gaceta ilustrada, donde comenzó su espléndida travesía. Aquí fundó el grupo La Palangana, junto a sus amigos de la Real Sociedad Fotográfica.