Sir Frank era, posiblemente, el último representante de la Fórmula 1 romántica. Tras una breve etapa como piloto y mecánico, un intento de aventura con De Tomasso (que se marró por la muerte en accidente de uno de sus pilotos, Piers Courage), y una asociación dubitativa con Walter Wolf, en 1977 fundó Williams Grand Prix Engineering Ltd junto a Patrick Head. Los éxitos no tardaron en llegar: Alan Jones fue su primer campeón en 1980, a los que siguieron Keke Rosberg (1982), Nelson Piquet, Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill y Jacques Villeneuve. Por el camino: la gran tragedia de Ayrton Senna, que murió llevando un Williams, en 1994.
Entre títulos de pilotos y de constructores, Williams tiene 16 campeonatos del mundo, convirtiéndose en uno de los equipos más exitosos.
En lo personal, Frank Williams fue todo un ejemplo de superación. Un accidente de coche le dejó postrado en silla de ruedas en 1986, lo que no evitó, ni mucho menos, que siguiese en el paddock. Su fortaleza se convirtió en ejemplo para muchos otros jefes de equipo, y su inspiración sirvió para que muchos pilotos (con éxitos o no) aceptasen ir a un equipo que siempre estuvo en el alambre económico.