Morena está unido y organizado en el estado de México. Va adelante en las encuestas serias con su virtual candidata, Delfina Gómez. Desde hace meses mantiene la percepción ganadora rumbo a la elección del 2023 en la que se renovará la gobernatura de esta entidad. En contraste, la Alianza PRI-PAN sigue en las negociaciones, acerca del personaje y el método, para elegir al suyo. Lo que está en juego no es solamente el morbo de la eventual extinción del tricolor; también lo son, los 12 millones de electores y los 300 mil millones de pesos, de presupuesto anual mexiquense, para seducirlos y conquistarlos para la elección presidencial del 2024. El escenario es muy complicado para los priistas.
Así, el panista, Enrique Vargas del Villar sigue presionando con el fin de establecer las reglas para una alianza. Lo mismo, su dirigente, Marko Cortés Mendoza, quien se pronunció por construir una gran coalición y pidió a todos los partidos de oposición definir criterios claros y transparentes. Ambos expresaron, que a través de una o varias encuestas, definirían a su abanderado para 2023 y así “llegar con lo mejor y evitar que lo peor de la política venga al Estado de México”, subrayó.
El «destacado» priista, Rubén Moreira, también estuvo en el Edomex y consideró que esta entidad será gobernada “por un o una priista”, la cuestión de género no se ha definido tampoco, lo que sigue causando incertidumbre en Coahuila y el Edomex.
El desprestigio priista, entre los clasemedieros mexicanos, sigue aumentando por la actuación y las evidencias que implican al dirigente nacional, Alejandro Moreno, en situaciones escabrosas. Adicionalmente, aun dentro de su partido, los resultados electorales desastrosos han generado divisiones profundas.
Las elecciones estatales las ganan o las pierden los gobernadores. En esta entidad, a Alfredo del Mazo, se le percibe titubeante y mal calificado. Asimismo, al otrora estrella mediática, el expresidente, Enrique Peña Nieto, tan desprestigiado y derrotado, es atacado desde el palacio nacional por casos de corrupción y tal vez por lo de Ayotzinapa. A López Obrador, no le tiembla la mano para acusar a quien se atreva a oponérsele.