Con la vara que mides serás medido. En el duelo de acarreos, el PRI ganó este fin de semana en Coahuila. La estructura morenista no está en buena forma aún y su mitin fue deslucido y poco concurrido. En contraste, el PRI de esta entidad tiene un núcleo muy firme, consolidado durante los últimos tres sexenios. De hecho, la estructura territorial tricolor está profesionalizada. En tanto, la de los guindas son solamente grupitos aislados que reflejan la división de los personajes locales, que deberían ser los oficiales a cargo de organizar a la tropa. Ni siquiera la presencia de las corcholatas de AMLO, “figuras nacionales”, lograron convencer a los laguneros para ir a asolearse.
Actualmente, ninguno de los aspirantes a gobernador, de todos los partidos, cuenta con un carisma especial, como lo tuvieron en su tiempo los candidatos Enrique Martínez y Humberto Moreira. Eso, entonces, los hace más dependientes del voto cautivo y menos atractivos para ser la opción entusiasta de los clasemedieros. Por lo pronto, el discurso polarizante entre aspiracionistas y resignados será la otra arma principal. Los escándalos de corrupción serán el combustible de las campañas.
Al ser Morena un clon del PRI, que pretende generar triunfos mediante votos cautivos, ya están intentando construir estas tropas terrestres en cada barrio y colonia del país. Sin embargo, en Coahuila fallaron, hasta el momento. Esto no quiere decir que no lo logren. Lo cierto es que deben apurarse. Sin embargo, no hay que olvidar que ya ganaron una senaduría y son la segunda fuerza política local desplazando al derruido PAN.
Ese partido es una colección de tribus en pugna y poco trabajo de campo. Reyes Flores, el super delegado, está desilusionado por la poca importancia que se le da a su labor por parte de la federación. Sin duda, Ricardo Mejía es el puntero en el ánimo presidencial; seguido por Armando Guadiana con reconocimiento popular. El resto están lejos, aunque Luis Fernando Salazar gasta en redes para mejorar su posición. Por lo pronto, Javier Guerrero parece fuera de la contienda.