El proxeneta y abogado del expresidente ofreció ya su testimonio
Michael Cohen se dedicó durante una década a ser el escudo de Donald Trump, fontanero de sus asuntos más turbios. Ayer, sin embargo, desde el estrado para testigos en una sala de los juzgados de Nueva York, Cohen le dejó a los pies de los caballos. Trump le traicionó cuando surgió el escándalo que le ha acabado por convertir en el primer expresidente acusado de la comisión de delitos. Y Cohen -abogado de profesión, muñidor de ejercicio, pieza central de la imputación- cumplió ayer su venganza contra el que fuera su amo.
A Trump se le juzga por falsificar documentos financieros para ocultar que pagó por el silencio de Stormy Daniels, una actriz porno que asegura haber mantenido un encuentro sexual, para evitar un escándalo poco antes de las elecciones presidenciales de 2016. Esa falsificación se considera delito si está vinculado a la comisión de otra conducta delictiva: la fiscalía considera que lo hizo para ocultar una trama de interferencia electoral, en la que conspiró con otros para ocultar testimonios dañinos frente a los electores como el de Daniels.
Cohen fue protagonista central de esa trama. Él fue el principal encargado de silenciar esos testimonios. Él pagó 130.000 dólares a Stormy Daniels. Él recibió los reembolsos de ese dinero por parte de Trump, con cheques, recibos y apuntes contables falsificados -según el relato de la fiscalía- para encubrir la trama.